La ciudad romana de Pompeya sigue fascinando con nuevos hallazgos en las excavaciones y algunos estudios, como el del profesor estadounidense Steven L. Tuck, que aporta datos sobre los supervivientes de la erupción del Vesubio. Su tragedia sobrecoge a los visitantes. Al mismo tiempo, cuando uno llega a las excavaciones de Pompeya tiene la impresión de que los romanos abandonaron no hace mucho la ciudad. Es prácticamente el único lugar arqueológico en el mundo que cuenta la vida cotidiana de hace dos mil años. La erupción del Vesubio en el año 79 d. C. se prolongó duró más de 18 horas. En las excavaciones se siguen encontrando innumerables tesoros artísticos. Pompeya ha sido durante siglos un símbolo de tragedia y destrucción. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por el profesor Steven L. Tuck, catedrático de Arqueología e Historia Antigua en la Universidad de Miami, ha arrojado luz sobre una posibilidad que hasta ahora parecía improbable: la existencia de supervivientes entre los habitantes de las devastadas ciudades. Pompeya y Herculano eran dos ciudades ricas, situadas en la costa al sur de Nápoles. Según diversos estudios, Pompeya tenía más de 20.000 habitantes, con una industria próspera e importantes conexiones políticas y financieras. Herculano , con una población de aproximadamente 5.000 habitantes, disponía de una flota pesquera y varios talleres de mármol. Esa prosperidad permitía que algunos romanos ricos tuvieran lujosas villas, tanto en Pompeya y Herculano como en la campiña circundante. Según el profesor Tuck, algunos ciudadanos de Pompeya y Herculano lograron escapar de la lluvia de lapilli –pequeños fragmentos de lava– y cenizas que mató a varios miles de personas. Para sustentar su tesis, Tuck analizó lo que falta en las ruinas de esas dos ciudades romanas. En lugar de centrarse en los restos arqueológicos encontrados, fijó su atención en lo que había desaparecido. En el documental 'Pompeii: The New Dig', producido por PBS (prestigioso canal público estadounidense), y en un artículo publicado en la plataforma editorial 'The Conversation', el historiador estadounidense explica que varias cajas fuertes habían sido vaciadas de dinero y joyas; que carros y caballos habían desaparecido de los establos y que no había rastro de barcos en los muelles. Esta es la señal, según Tuck, de que algunos sobrevivieron a la apocalíptica erupción del Vesubio. «Parece que la mayoría de los supervivientes permanecieron en las cercanías de Pompeya. Prefirieron establecerse en comunidades, confiando en reconstruir sus vidas», reveló Tuck. Algunos arqueólogos siempre han dado por sentado que hubo personas que escaparon de la catástrofe. Por ejemplo, el paleontólogo más famoso de Italia y divulgador científico Alberto Angela, en su libro 'Los tres días de Pompeya', explica que quienes eligieron la fuga en las primeras horas desde que se inició la erupción tuvieron la posibilidad de escapar. Por el contrario, los que dudaron o decidieron esperar a que el 'Vesuvius' se calmara y permanecieron en la ciudad encontraron la muerte. Otra novedad en el estudio del profesor Tuck es que su prioridad fue investigar el historial de los supervivientes para comprender cómo reconstruyeron sus vidas. En primer lugar, creó una metodología para determinar si efectivamente se podían encontrar datos de supervivientes. Para corroborar su hipótesis, el estudioso estadounidense realizó una investigación sobre apellidos exclusivos de Pompeya y Herculano, como Numerius Popidius, Aulus Umbricius y la familia Caltilius, con el fin de comprobar si existían vestigios de ellos en las ciudades circundantes a Pompeya y Herculano en el periodo posterior a la erupción. «Después de ocho años de examinar bases de datos con decenas de miles de inscripciones romanas en lugares que abarcaban desde muros hasta lápidas, encontré evidencia de más de doscientos supervivientes en doce ciudades. Estos municipios se encuentran principalmente en el área que circunda a Pompeya, fundamentalmente al norte del Monte Vesubio, fuera de la zona de mayor destrucción», afirma el profesor Tuck. Algunas de las familias que escaparon de la tragedia prosperaron en sus nuevas comunidades. Es el caso de la familia Caltius, que se instaló en Ostia, que era una importante ciudad portuaria al norte de Pompeya, a 29 kilómetros de Roma. La familia de Aulus Umbricius se asentó en otra ciudad portuaria, Puteoli (actual Pozzuoli), a 24 kilómetros de Nápoles. Los Aulus Umbricius reactivaron el negocio familiar de 'garum', la popular salsa de pescado fermentada, cuyos orígenes se remontan a fenicios y griegos, siendo los romanos quienes crearon una auténtica industria para producirla. Otros tuvieron menos fortuna y encontraron dificultades en sus nuevas comunidades. Fabia Secundina se estableció también en Puteoli, donde se casó con un gladiador, que murió a los 25 años. El profesor Tuck identificó a otras tres familias muy pobres de Pompeya –los Avianii, Atilii y Masuri– que se establecieron en una comunidad pequeña y más pobre llamada Nuceria (actual Nocera), a unos 16 kilómetros al este de Pompeya. Según una lápida que todavía existe, la familia Masuri acogió a un niño llamado Avianius Felicio como hijo adoptivo. En definitiva, el estudio del profesor Tuck desafía las creencias convencionales sobre la catástrofe y ofrece una nueva perspectiva sobre la más grande tragedia del mundo antiguo. En un radio de 12-15 kilómetros, el territorio en dirección a Pompeya quedó bajo un espesor de tres metros de lava. Cambió la conformación de la costa, sepultó Herculano bajo veinte metros de fangos volcánicos y Pompeya bajo casi seis metros de lava, piedra pómez y cenizas. Pocos habitantes se salvaron, solo aquellos que se marcharon de inmediato. Datos ciertos sobre los muertos nos los hay, pero se estiman entre ocho y diez mil en Pompeya y de tres mil a cuatro mil en Herculano. El primer esqueleto se encontró el 19 abril de 1748, y hasta hoy se han descubierto 1.050 en Pompeya y 330 en Herculano. Falta mucho aún por descubrir.