A sus 39 años, es el tercer entrenador más joven de Primera División, sólo superado por Claudio Giráldez (Celta, 1988) e Íñigo Pérez (Rayo, 1988), ambos ex futbolistas. A Borja Jiménez (Ávila, 21-1-1985), el fútbol como jugador «le dejó» muy pronto, estudió Magisterio y comenzó en los banquillos con sólo 21 años, enseñando a los benjamines del Ávila ejerciendo su vocación de docente. «Este deporte te dice si tienes nivel o no», y como técnico ha logrado ascender a Segunda con el Mirandés , el Cartagena , lo rozó con el mítico Deportivo , y ahora he llegado a la élite con el Leganés. Hoy (19:00 horas) debutan en Butarque contra Las Palmas, sabedor de que «todo lo que hacemos ahora tiene mucha más repercusión». —Tras su estreno en Primera en Pamplona publicó en redes: «Años de trabajo y dedicación se vieron reflejados con mi debut en LaLiga». ¿Cuánto le ha costado llegar? —Muchísimo, muchísimo. Hay mucho trabajo detrás, muchos momentos no vividos con amigos, con familiares. Desde fuera parece una profesión con muchas ventajas, quizá en la élite tenga algunas más, pero hasta ese momento exige muchas horas, ningún fin de semana libre durante once meses al año, lo que te aleja de tu familia, de tus amigos, y con la espada de Damocles todo el día en la espalda porque sabes que tu vida puede cambiar en una decisión, en un momento determinado. —Tiene cuenta en LinkedIn. Debe de ser el único entrenador en Primera con ese perfil… Creo que es una red social enfocada al trabajo, que se aleja bastante de las redes convencionales donde se proyecta una imagen que en muchos casos no es real 100%. No soy mucho de redes sociales, pero la profesión de entrenador te lleva a estar alerta todo el tiempo, aunque lo normalizas, no piensas en lo que pueda pasar dentro de 24 horas. —Ha estado a punto de dejar la carrera de entrenador en más de una ocasión… —Sí. En 2014 conseguimos jugar el Playoff de ascenso a Segunda con el Ávila, pero el club cambia de propietarios, y yo empiezo a trabajar en la Autoescuela de mi padre. Me formo en Oporto, pero en marzo me llama el Valladolid para empezar la siguiente temporada y decido probar y entrenar al Cadete y hacer cosas de Dirección Deportiva con Braulio y con Cata y en noviembre cojo el filial, el Valladolid B. Después entreno al Izarra, mi segundo año en Segunda B, pero al salir no tenía ninguna oferta y pensaba que no tenía que continuar. Pero en julio me llama el Rápido de Bouza porque Patxi Salinas se va al Burgos. Si no, no sé dónde habría ido. Tenía claro que no había problema si tenía que volver al negocio familiar o donde tuviera que trabajar, no se me van a caer los anillos. —Le he leído que echa de menos el «fútbol de calle» y que eso habría que recuperarlo. ¿Cómo? —La única manera es que los propios clubes hagan esas horas de calle, porque a los niños ya no les vamos a sacar a la calle, porque no tienen esa costumbre. Que los entrenadores pusieran esas horas de fútbol libre sobre todo en las primeras edades. Descentrarme de todo lo académico, de todo lo táctico, y que jueguen. Hasta los 14 años sólo jugar al fútbol, no explicarles nada más y que fueran almas libres. Pero creo que ahora con las estructuras y toda la gente que hay trabajando en los clubes es inviable, porque sobraría mucha gente. —¿Cómo era entrenar y dar órdenes a jugadores mayores que usted o, ahora, casi de su edad? —Ahora tengo a jugadores como Renato Tapia y Dimitrovic, que son internacionales, u Óscar Rodríguez… Cuanto mayor es el nivel encuentras jugares con más experiencia mundial. Pero el trato tiene que ser el mismo, dentro de que cada jugador necesita ser tratado de una manera. De hecho, agradecen ese trato cercano y valorarles más que como futbolistas, como persona, que aparte de sus logros les valores como una persona más. Porque eso muchas veces lo echan en falta en sus entornos. —Le escuché que a medida que se crece en el fútbol profesional la relación con los jugadores es más fría. Eso lo he ido moldeando, era una visión que tenía hace cinco o seis años. Voy evolucionando, cosechando mis experiencias y mis éxitos, y me permite que ellos también me vean como alguien que les puede ayudar y que les puede hacer mejorar, y eso es muy importante. —¿Cuánto pesa no haber sido futbolista profesional? —Llegar es muchísimo, muchísimo más difícil. Pero una vez que llegas sólo continúan los que tienen buen trabajo. Les puede facilitar la llegada haber jugado en ese club, o por su nombre. Les puede acelerar el proceso, pero una vez que llegan lo único que cuenta son los resultados. —Usted valora mucho la importancia de la figura de un 'coach', de un psicólogo y de la Comunicación. Con el paso del tiempo te das cuenta de que necesitas mejorar en muchos aspectos. Nosotros trabajamos día a día con un grupo humano de 50 ó 60 personas, ya no sólo los futbolistas, gente de Comunicación, utileros, fisios, médicos, y constantemente estás haciendo un poco de psicólogo, y llega un momento en el que tú también necesitas una persona con la que puedas hablar, que te equilibre en esos momentos de desequilibrio. Tengo gente de diferentes especialidades que me ayudan, un amigo personal, llámalo coach, llámalo psicólogo, que trabaja en este mundo, con quien puedo tener charlas de horas y me ayuda a estar equilibrado para tomar las mejores decisiones. Pero lo hago también con mi segundo entrenador, Álex Martínez, con gente de mi staff, los más cercanos, para transmitir serenidad y confianza. —Cuenta que las destituciones son parte del proceso. ¿Qué le parece el caso de Simeone? —Es algo atípico. El Cholo con lo que había conseguido como jugador ya era un referente para la afición y ahora como entrenador. Es muy difícil lo que ha hecho, o Ancelotti en el Madrid en dos etapas, o Ferguson en su momento. Estar tantos años es muy complicado porque el desgaste va aumentando, porque son muchas horas conviviendo juntos, hay mucho roce, en la victoria, en la derrota, y tiene un valor incalculable estar tanto tiempo. Pero creo que es hasta sano de vez en cuando parar, coge aire, y volver, aunque sea al mismo sitio. Pero al Atleti le está funcionando, su proyecto gira en torno a la figura del entrenador y para mí eso es lo más importante y lo más llamativo, que todo el mundo lo tiene claro, y eso es lo más gratificante. —Menciona a Ancelotti. ¿Qué piensa cuando escucha aquello de que es «un buen gestor»? —Pues que probablemente es uno de los mejores piropos que se puede recibir como entrenador. Está claro que hay un apartado táctico muy importante, pero la táctica sin una buena gestión no existe. Sin embargo, menos táctica con una buena gestión muchas veces es la mejor táctica. Es capaz de gestionar a los mejores futbolistas, cada uno con su ego, con sus inquietudes y necesidades, aparte de ser a día de hoy el mejor entrenador del mundo por todo lo que consigue. Es un referente para todos nosotros. —En 2022 se quedó en la orilla del ascenso con el Deportivo. Allí hay mucha exigencia. —Para mí la exigencia siempre es máxima, porque yo me 'autoexijo' la mejor versión. Pero el Deportivo en ese aspecto por la masa social que tiene, por el pasado reciente en los últimos 25 años, y la necesidad que había de volver al fútbol profesional, te lleva a una exigencia mayor. Pero todo lo que vivimos allí ese año y medio fue súper positivo, y ahora he tenido la oportunidad de volver al Teresa Herrera y toda la gente me ha mostrado su cariño, así que encantado con esa etapa. —En ese aspecto, ¿el Leganés es un equipo donde es 'más fácil' entrenar? —No, no lo creo. Al final la exigencia es máxima en todos los sitios. En todos los sitios es difícil, otra cosa es la repercusión que haya alrededor. Mi mayor éxito como entrenador ha sido este último porque era un equipo que no estaba destinado a luchar por esos puestos de ascenso y conseguirlo tiene el doble de mérito. Por eso el año pasado ha sido mi año más difícil por conseguir algo que era impensable al inicio. —Y ahora, ¿cómo se puede competir con el Presupuesto más bajo de Primera? —Somos el presupuesto más bajo con diferencia, pero competiremos con el mayor presupuesto en ambición, en felicidad, en aquello que no sea tangible, en ser los mejores en aquello que no se puede comprar con dinero, en ser trabajadores, humildes, en querer ser cada día mejores. —¿Qué se está haciendo mal en la Liga para que haya muchos clubes con problemas para inscribir jugadores? —Se presupone que hay un control y tendría sentido que si puedes contratar un jugador pudieras inscribirlo. No sé muy bien cómo funciona el tema del límite salarial y si las cosas se están haciendo bien o mal, pero nos gustaría que no se vivieran casos de futbolistas que no pueden ejercer su profesión por un problema externo que pueda tener el club. O que los mercados de fichajes estuvieran cerrados en el momento que empieza la competición, tendría todo el sentido del mundo.