Hay un trauma silencioso y omnipresente que está arraigado en la memoria de Lisboa: el terremoto de 1755, que devastó el casco histórico de la ciudad, obligando al rey, José I, a vivir temporalmente en la Real Barraca, un palacio de madera que sustituyó al Paço da Ribeira. De hecho, una de las figuras más centrales de la historia de Lisboa, el Marqués de Pombal, reconstruyó la ciudad desde el polvo. Como en aquel día de 1755, la tierra ha vuelto a estremecerse esta madrugada en Portugal, a las 5 de la mañana, debido a un terremoto de 5,3 grados en la escala de Richter con epicentro en el Atlántico a 70 km al sureste de Sesimbra, sentido principalmente en la zona de Lisboa y Setúbal, según datos del Instituto Portugués del Mar y de la Atmósfera (IPMA). Esta vez la ciudad salió ilesa. No hubo muertos ni edificios destruidos, sólo pequeñas fisuras en las casas. El Centro Sismológico Euromediterráneo apuntó inicialmente una intensidad de 5,9 grados en la escala de Richter, mientras que el Servicio Geológico de Estados Unidos estimó una magnitud de 5,4 grados. El seísmo se sintió en Andalucía, especialmente en las provincias de Huelva y Sevilla. Le siguieron otras tres réplicas con valores de 1,2, 1,1 y 0,9 en la escala de Richter, según André Fernandes, comandante nacional de Protección Civil, que normalizó la situación y dijo que «no se cumplen los criterios» para activar el plan de emergencia, ya que se ha determinado que ese protocolo sólo avanza a partir de una intensidad de 6,1. En declaraciones a los periodistas en el Palacio de Belém, Marcelo Rebelo de Sousa elogió la capacidad de respuesta. Destacó la «buena coordinación entre el Gobierno y la Protección Civil» y pidió que este terremoto sirva de lección para la prevención de futuras catástrofes. Con el primer ministro portugués, Luís Montenegro , de vacaciones en Brasil, Paulo Rangel, ministro de Asuntos Exteriores, asumió las funciones de primer ministro y confirmó que, hasta el momento, «no se tiene conocimiento de daños personales o materiales». El ministro de Asuntos Exteriores consideró el seísmo una oportunidad para «poner realmente a prueba la capacidad de respuesta ante una catástrofe grave«. Carlos Moedas, alcalde de Lisboa, destacó los avances legislativos en materia de prevención sísmica y de tsunamis adyacentes, pero lamentó que alrededor del «50% de los edificios de Lisboa son antiguos y se construyeron antes de que se aprobara la legislación urbanística antisísmica». Por otro lado, las redes sociales se llenaron de vídeos y de arrebatos de los portugueses ante el terremoto de esta mañana, el más intenso desde 1969 en Portugal.