Cuando fue detenido, en 2022, llevaba al cuello un cordón de oro valorado en 54.000 euros, una pulsera de oro de 16.000 euros, un Rólex de 30.000 y un bolso de Louis Vuitton de 2.000. La riqueza que ostentaba y de la que presumía –casas, vacaciones, coches, ropa...– era incompatible con su declaración de impuestos, una pista que la Policía Judicial investigó hasta desentrañar la enorme red de narcotráfico que gestionaba. Nacido en las afueras de Lisboa, en Olivais, Rúben Oliveira 'Xuxas' tenía tatuados en el cuerpo a sus ídolos: el colombiano Pablo Escobar y el mexicano Joaquín 'El Chapo' Guzmán. Utilizaba Encrochat y Sky CC, dos servicios de comunicación encriptada –que fueron 'hackeados' por una fuerza policial conjunta europea–, para coordinar la importación de toneladas de cocaína a Portugal, por aire y mar, durante tres años. Según la Policía Judicial, se trataba del mayor narcotraficante portugués de la historia y su organización, hasta su desarticulación, ha sido la más eficaz. Según el escrito de acusación de la Fiscalía, consultado por ABC, Xuxas «mantenía estrechos contactos con el comandante Sérgio Carvalho», uno de los principales narcotraficantes brasileños, detenido en Hungría y con quien se reunión varias veces en Portugal. Carvalho, de hecho, era un importante operador del narcotráfico internacional, que se dedicaba a exportar toneladas de cocaína de Brasil a Europa. Xuxas comenzó a sacar gran provecho de la nueva relación, viajando regularmente a Brasil y Colombia, donde «estableció contactos con organizaciones criminales y definió las operaciones de importación del producto a Europa», se lee en el auto de acusación. Además de representar los intereses de Sérgio de Carvalho en Portugal, también conocido como el 'Escobar brasileño', la red de traficantes liderada por Rúben 'Xuxas' Oliveira tenía conexiones privilegiadas y acceso directo al Primer Comando Capital (PCC), el Clan del Golfo y el Comando Vermelho, tres de las mayores organizaciones criminales del mundo con vínculos al narcotráfico en Brasil, México, Colombia y Bolivia. La red utilizaba frentes empresariales, como el comercio transatlántico de fruta, para transportar cocaína por mar. La droga se ocultaba en contenedores que transportaban plátanos, piñas o açaí en grandes buques de carga. El grupo de Xuxas utilizaba empresas creadas para este fin y, al mismo tiempo, parasitaba líneas comerciales legítimas. La cocaína se ocultaba a menudo en los transportes de Eurofrutas, una de las principales empresas exportadoras de plátanos a Portugal desde Colombia y Costa Rica, zonas de influencia del Clan del Golfo, cuyos contenedores desembarcaban semanalmente en el puerto marítimo de Setúbal. En otras ocasiones, la droga entraba en Portugal por vía aérea. Los colaboradores del comandante Sérgio Carvalho en São Paulo, en el aeropuerto de Guarulhos, colocaban maletas cargadas de cocaína en el compartimento del avión reservado al equipaje de la tripulación. La organización criminal de Rúben Oliveira sobornaba a estibadores de los puertos de Leixões, Setúbal y Sines, así como a funcionarios del aeropuerto Humberto Delgado en Lisboa, para que descargasen el producto a cambio de cuantiosos pagos. Xuxas montó una extensa red de unas dos docenas de agentes. Según la información recabada por este medio de fuentes judiciales, la droga entraba en Portugal pero tenía como destino otros países del centro de Europa, pasando por España, donde el valor de un kilo de cocaína puede alcanzar los 40.000 euros. Los cientos de millones de dólares procedentes del narcotráfico se blanqueaban en casas de lujo en el extranjero y en coches de alta gama, también en negocios ficticios. Cuando la Policía Judicial empezó a detener a los capos, Rúben Oliveira huyó a Dubái y sólo regresó a Portugal para visitar a sus hijos, enfermos en el hospital Santa María de Lisboa. La Policía Judicial lo detuvo. Y ahora aguarda la sentencia en prisión preventiva, en la cárcel de Monsanto, con medidas de alta seguridad. Los jueces y el fiscal del caso están bajo protección policial durante 24 horas. Xuxas no puede recibir visitas y sólo está autorizado a salir de su celda una hora al día, pero la influencia de su red y los contactos que ha desarrollado en el mundo del narcotráfico siguen activos, algunos de los cuales compiten por conseguir su negocio. Su abogado, Vítor Parente Ribeiro, considera que la acusación carece de pruebas. Esto se debe a que la investigación penal se basa en transcripciones de conversaciones obtenidas por las autoridades portuguesas a través del pirateo de SKY CC y Encrochat por parte de la policía europea. Sin embargo, estas conversaciones tienen lugar entre «apodos» y las copias digitales originales están bajo secreto de Estado en Francia.