Telegram se parece a WhatsApp; pero no se puede decir que sea, ni mucho menos, un calco de esta. La herramienta de Pavel Durov cuenta con funcionalidades y características que la convierten en una herramienta, a priori, mucho más interesante para que delincuentes de todo pelaje la exploten. Y vaya si lo hacen. ABC no necesita hurgar mucho en su interior para encontrar, por ejemplo, canales dedicados a la venta de drogas y esteroides, a compartir directos ilegales de partidos de fútbol, a la descarga de libros online o a la compra y venta de armas de fuego . Para acceder a todo ello, basta con realizar un puñado de búsquedas que llevas apenas unos segundos. No hay que ser un 'cerebrito' de internet, y tampoco se trata de una novedad. El sitio lleva funcionando así durante años. Y, hasta ahora, no había pasado nada. Lo dicho, hasta ahora que Durov y la plataforma están siendo investigados en países como Francia o Corea del Sur por su presunta complicidad en actividades delictivas. Todo debido a la tradicional pasividad del sitio a la hora de moderar el contenido que se comparte en su interior. Porque para la empresa, su parcela de internet es «territorio privado de sus respectivos participantes» y por tanto no procesa solicitudes relacionadas con la retirada de contenidos. «En Telegram, si quieres, puedes abrirte una cuenta y vender hasta a tu madre . La sensación en la aplicación es de impunidad, y hay muy poco control. Funciona como una especie de alternativa a la 'dark web'», explica en conversación con ABC Fernando Checa, director del máster de redes sociales de la Universidad Internacional de La Rioja. Pero, ¿por qué?. La principal virtud de Telegram, también a ojos de los delincuentes, reside en que ofrece al internauta, en parte y sobre el papel, una experiencia mucho más anónima y segura que en otras aplicaciones con características parecidas. Según señala la propia empresa, a lo largo de sus más de diez años vida no ha compartido ni una sola vez información de sus usuarios. Con nadie. «Hasta hoy, hemos entregado 0 bytes de datos de usuarios a terceros, incluyendo gobiernos», promete la plataforma en sus términos de uso. Pero la privacidad del usuario está todavía más blindada. Ya que para crear una cuenta no hace falta compartir demasiada información. «Ni siquiera te exige usar un número de teléfono para tener un usuario», señala a este diario el 'hacker' ético Deepak Daswani. Basta simplemente con crear un alias, que es por el que se te puede localizar un perfil en el interior de Telegram, y con contar con un enlace. «Luego, en Telegram hay funcionalidades de privacidad que no están en WhatsApp, como los chats secretos, pero el hecho de no tener que compartir este dato (el del número de teléfono) es lo que hace que la experiencia de uso de la aplicación sea mucho más anónima que en herramientas de la competencia. Y también es el principal reclamo para los criminales que la usan», prosigue el experto en ciberseguridad. Telegram no sería Telegram sin sus canales. Se trata de espacios dedicados a que un administrador comparta información con usuarios suscritos. Los hay de todo tipo, hasta algunos ministerios del Gobierno de España los usan activamente para compartir novedades con la prensa. Sin embargo, también son la herramienta más empleada por los criminales para mercadear con todo su contenido ilegal. También para la organización de los grupos cibercriminales dedicados a hacer negocio con los 'hackeos' y la creación de código malicioso . «La funcionalidad de los canales permite compartir contenido con mayor agilidad. Se utilizan mucho con fines de ciberguerra, y los cibercriminales también están muy presentes. Se ve mucho también la piratería de contenido sujeto a derechos de autor», dice Daswani. Precisamente, el hecho de que Telegram sea empleada para compartir películas o series de forma ilegal fue el detonante de que, la pasada primavera, el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz intentase bloquear la aplicación en toda España. Medida que terminó retirando por falta de proporcionalidad . Telegram cuenta con otras ventajas respecto a WhatsApp. Ocupa poco espacio en los dispositivos, es completamente multiplataforma y, además, su versión de escritorio es mucho más ágil que la de la aplicación de Zuckerberg. Su funcionalidad de 'chats secretos', que hay que debe ser activada previamente por el internauta, hace que los mensajes estén cifrados de extremo a extremo, lo que hace que no sean accesibles, sobre el papel, para nadie que no sea el usuario o el receptor, ni siquiera para la compañía de Durov, que es lo que pasa con WhatsApp de forma genérica. Sin embargo, esto no se cumple con los mensajes normales. Y tampoco con los que se comparten en los canales. «Esa información queda almacenada por la empresa en sus centros de datos», señala Checa. Y la aplicación lo reconoce, pero remarca que estos «son controlados por diferentes entidades legales y que se extienden en diferentes jurisdicciones» ubicadas por todo el mundo. Además, el docente destaca que los usuarios que emplean la plataforma para delinquir dejan el rastro de la red IP desde la que se conectan, por lo que por ahí también se les puede localizar.