Si nos ponemos a pensar en alimentos dulces , es bastante probable que uno de los primeros que venga a la mente sea la miel . Viscosa, dorada o ámbar, brillante, untuosa y de un sabor muy característico, este manjar es popular en muchos tipos de cocina, incluida la Española. Su sabor dulzón hace que pueda añadirse a preparaciones como un café, unas galletas, un bollo o un yogurt. Sin embargo, este sabor no hace que se excluya de preparaciones saladas pues, precisamente este contraste es el que le aporta el encanto en muchos casos. Así, seguro que alguna vez has comido o visto un plato de berenjena con miel o unas alitas con salsa de miel y mostaza. Partiendo de la base de que existen muchos tipos diferentes de miel, para disfrutar de su sabor y sus beneficios debemos adquirir una miel de buena calidad, ya que existen algunas que agregan azúcar a su fórmula. Tal como indica un documento sobre la miel del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se diferencian entre miel de flores y miel de rocío . La primera es la obtenida del brezo, tilo, acacia, romero, árboles frutales, etc. y la miel de rocío es la que procede del abeto, abeto rojo o de hoja. Además de ser un alimento, para muchos la miel tiene usos medicinales debido a sus compuestos, según la misma fuente citada: «Es esencialmente una disolución acuosa concentrada de azúcar invertido, que contiene además una mezcla de otros hidratos de carbono, diversas enzimas, aminoácidos, ácidos orgánicos, minerales, sustancias aromáticas, pigmentos, ceras , etc». Gracias ello, tomar todos los días un poco de miel , siempre que no seamos personas diabéticas, puede aportar beneficios como ayudar a reducir el colesterol 'malo', a reducir los triglicéridos, previene la formación de coágulos de sangre, protege al corazón del extrés oxidativo, ayuda a sanar quemaduras, es antioxidante y, en muchos casos, ayuda a aliviar la tos en los resfriados, así como a suavizar la garganta cuando está irritada. Además de todo esto, destacan sus efectos sobre la salud hepática, es decir, la del hígado: Desintoxicar el cuerpo, almacenar vitaminas y minerales o producir bilis para la digestión son algunas de las funciones esenciales que desempeña el hígado en nuestro organismo, por lo que su buen funcionamiento es crucial para mantenernos sanos. Así, la ingesta de miel ayuda a mantenerlo y protegerlo. ¿Cómo? Uno de sus mayores efectos es su capacidad para reducir un marcador clave de la enfermedad del hígado graso no alcohólico EHGNA , la cual se caracteriza porque se acumula grasa en las células del hígado, siendo una de las afecciones hepáticas más comunes en el mundo. De este modo, la miel ayuda a disminuir los niveles de grasa en le hígado , reduciendo el riesgo de sufrir EHGNA o incluso desacelerando la progresión de esta enfermedad para quienes ya la tienen.