Lo que en su momento fue el intento de responder a una pregunta que nadie se había hecho pasó a ser un descubrimiento que sorprendió a la comunidad científica; y, ahora, se propone nuevas líneas de estudio para seguir aportando hallazgos. El proyecto Sensogenoma, en el que participan científicos del Hospital Clínico de Santiago y del IDIS, ya había logrado demostrar que los genes presentes en la sangre que se relacionan con enfermedades neurodegenerativas reaccionan ante los estímulos musicales, una revelación que podría ser clave en la búsqueda de indicadores sobre la presencia y evolución de estas dolencias en pacientes. La investigación, que sigue en fase de crecimiento, acaba de concluir que esa misma respuesta se da, en cantidades e intensidad mayores, en el caso de la saliva. Y fija miras en los siguientes conciertos, en los que recabará nuevas muestras: ritmo cardíaco, actividad electrodérmica –pelos 'de punta'– e, incluso, lágrimas, aunque sin requerir lloreras en el público y de forma no invasiva. Hace tres años que arrancó el proyecto de investigación genómica que aúna dos mundos que, a priori, parecen no estar vinculados, aunque sus aportaciones demuestran todo lo contrario. La música es «el estímulo de los estímulos», resumió este jueves el catedrático de la USC e investigador del IDIS Antonio Salas, y Sensogenoma se propuso comprobar su alcance a nivel molecular, en los genes, buscando dar con datos útiles para tratar las enfermedades degenerativas que afectan al cerebro. Y, explicó Salas, la estimulación genética que produce en la sangre se multiplica en el caso de la saliva. Es algo lógico y conocido, debido a su proximidad al cerebro, y que ya se emplea para buscar biomarcadores como los del Párkinson, pero los resultados en este caso «superan todas las expectativas» de sus hipótesis. En la saliva, «la señal [genética] es más intensa que en la sangre y con más genes que se activan, relacionados con procesos alterados por alguna enfermedad», explicó el investigador. Pero, además, lo curioso es que esos genes «se activan de manera compensatoria» a su malestar. Su reacción ante la música «va en contra de la señal patológica» que provoca una dolencia, completó su compañero del IDIS, Federico Martinón, director del departamento de Enfermedades Infecciosas en el CHUS, «tiende a corregir los defectos de expresión» que provoca la enfermedad en cuestión. «Molecularmente, parece que la música tiende a reparar el estado alterado» que pueda presentar un gen, expuso Martinón, por el momento, como una «hipótesis», debido a l falta de experimentos y pruebas concluyentes en ese sentido. En adelante, Sensogenoma se propone comprobar si los genes presentes en otros tejidos pueden aportar información distinta o más concreta, como sucedió con el caso de la saliva. Para tomar estas muestras, el estudio seguirá el mismo sistema que hasta ahora: a través de conciertos en directo de música clásica con la Orquesta Sinfónica de Galicia como protagonista –y, este año, también con la colaboración de la Banda de Música de Santiago–, en los que se toman muestras del público antes, durante –en el descanso– y después de que termine la sesión. Pero, ahora, incorporará dos nuevas mediciones. Una, a través de un dispositivo inalámbrico que los asistentes sostendrán en sus manos y que registrará su ritmo cardíaco y la actividad eléctrica de su piel. Otra, mediante una tira habitualmente empleada en exámenes médicos que se coloca en el párpado inferior y absorbe una lágrima para su estudio; eso sí, aclararon desde el IDIS, sin provocar molestias a la persona donante. Para estas pruebas, analizarán muestras de pacientes con demencia, Alzheimer y daño cerebral, pero el público se amplía con un llamamiento a 200 personas voluntarias que, sin mayor requisito que ser mayores de edad, pueden inscribirse de manera online para participar, tras firmar un consentimiento de información; y se ponen a la venta 800 entradas para público general, no donante, por el precio de 5 euros. En el futuro, complementará a Sensogenoma el proyecto Euterpe, en el que colaboran centros de Galicia y Portugal, que se prolongará tres años y estudiará los beneficios que puedan tener la exposición repetida y a diferentes modelos musicales, el canto y la interpretación y creación musical.