Consentimiento, violación accidental, atracción: el contrato sexual que circula entre futbolistas

Miguel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol de España (CENAFE) y azote de la RFEF desde hace años, ha denunciado la difusión de un contrato de consentimiento sexual entre «los futbolistas de Primera división». El getafense recibió este documento a través de un exjugador de la Liga, que actualmente milita en el extranjero, para que le brindara asesoramiento, según ha asegurado a este periódico, y Galán ha publicado su contenido a través de sus redes sociales. Se trata de un acuerdo de tres páginas ideado para establecer las condiciones de la relación sexual entre el futbolista y la otra persona interesada en el encuentro. Dividido en ocho apartados, el texto arranca con la premisa de que ambos « se sienten atraídos sexualmente y desean manifestar dicha atracción sexual mediante la participación en uno o más actos sexuales». Tras ello, se debe especificar la duración de la relación, las actividades permitidas durante la misma (besos, penetración, sexo oral o anal, uso de objetos) y los métodos anticonceptivos usados hasta entonces o que se desean emplear. Además de una serie de cláusulas para especificar cómo proceder en caso de que «la atracción se intensifique durante las actividades sexuales acordadas y ambas partes deseen participar en actividades hasta ahora no consentidas», hay un llamativo apartado titulado « violación accidental ». «Considerando que es probable que la actividad sexual implique movimientos rápidos y alteración del juicio; que cualquiera de las partes de este acuerdo de consentimiento, siendo varón, puede, sin culpa y sin intención, penetrar un orificio femenino que no esté disponible para la actividad sexual en virtud del acuerdo», ante lo que se presentan dos opciones: que sea considerado como una agresión sexual o como un accidente. Galán asegura que la difusión de este documento se debe a que futbolistas de la Liga están inquietos desde que Dani Alves fuera condenado a cuatro años y medio de prisión por una agresión sexual. «Por miedo a que una mujer les tienda una trampa o presente una denuncia falsa, quieren burocratizar las relaciones », mantiene.