La Unión Europea ha aprobado la imposición de aranceles a los coches eléctricos chinos, que en el caso más elevado ascienden a 35,3%. La regulación final será publicada antes del 30 de octubre, pero la Comisión Europea afirma que «seguirán en marcha las negociaciones con China para buscar una solución alternativa que sea compatible con las normas de la Organización Mundial del Comercio». Son estas negociaciones en las que los fabricantes de automóviles europeos, especialmente los alemanes, han puesto sus esperanzas para «evitar los aranceles adicionales con una solución común, solución que debe ser buscada con todas las fuerzas», afirman desde la asociación de constructores alemanes, VDA. Desde la organización hacen «un llamamiento urgente para que las discusiones tengan éxito. Que la decisión no haya sido unánime demuestra que Berlín no está sola en esta posición». La principal preocupación para la industria teutona es que sus marcas que exportan al país asiático –donde las premium Porsche, BMW, Mercedes y Audi son muy valoradas como símbolos de estatus– se vean más gravados que algunos competidores de EEUU, donde los fabricantes chinos no venden, al enfrentarse a aranceles del 100%. «Los aranceles propuestos no solo aumentan el riesgo de un conflicto comercial bilateral, sino que también encarecerían significativamente los vehículos para los consumidores y su daño potencial es mucho mayor que el beneficio». China es el mayor mercado de automoción del mundo y representa entre un 30% y un 40% de las ventas de los fabricantes de Alemania, que fue uno de los cinco países que votó en contra de la imposición definitiva de los aranceles. Se le sumaron Hungría –en donde marcas chinas como BYD tienen proyectos industriales–, Eslovaquia, Eslovenia y Malta. En el polo opuesto, 10 estados miembros votaron a favor: Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Irlanda, Lituania, Letonia, Países Bajos, Polonia, Italia y Francia. Estos dos últimos fueron los más vocales con imponer tasas a las marcas chinas, pues su industria automovilística depende de modelos generalistas y asequibles y son los que más amenazados están por la llegada de modelos cero emisiones del país. España, que acogerá el ensamblaje del grupo chino Chery en Barcelona a partir de 2025 y está siendo contemplada por empresas como SAIC –la más golpeada por las tasas– o Envision –para construir baterías de coches eléctricos– se ha mostrado conciliadora con Pekín y se abstuvo de la votación. Para la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles, ACEA, «el libre comercio es esencial para crear una industria del automóvil competitiva, pero Europa necesita una estrategia industrial clara, con un marco regulatorio uniforme, que garantice el acceso a materias primas y energía asequible, así como expandir la red de carga». ACEA, cuyo presidente es Luca de Meo, el también consejero delegado del Grupo Renault, «reconoce los esfuerzos paralelos de Bruselas y Pekín para negociar una alternativa a los aranceles». Los fabricantes chinos que operan en España no quisieron manifestarse al respecto de la decisión de esta mañana, pero han afirmado con anterioridad que la imposición de estas tasas no frenaría sus planes de expansión en Europa, dado que es el segundo mayor mercado de turismos y vender en el continente que inventó el automóvil les legitimaría como fabricantes.