Una furgoneta robada, 160 kilos de cocaína y un dueño desconocido. ¿De la droga? ¿De la furgoneta? ¿De todo? Esa es la pregunta que se hacen ahora en la comisaría del distrito de Fuencarral-El Pardo, tras el reciente hallazgo realizado en un polígono industrial de la zona. Todo comenzó el 13 de octubre. Un ciudadano de Coslada denunció ante los agentes de ese municipio que había sufrido el robo de su furgoneta Citroën Jumper, un vehículo de grandes dimensiones con una zona de carga importante, ideal para empresas de construcción, de alimentación o para portes. La denuncia la tomó la comisaría de Coslada-San Fernando de Henares, dependiente también de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Sin embargo, al día siguiente, sus compañeros de la de Fuencarral-El Pardo hicieron el hallazgo. Fuentes del caso explican que la Policía Judicial de ese distrito realizaba unas vigilancias discretas en torno al polígono industrial que hay detrás del hospital Ramón y Cajal, donde se encuentra el Tanatorio Norte de la capital. Fue allí donde encontraron la furgoneta sospechosa. Su placa coincidía con la de un vehículo de esas mismas características que aparecía en la base de datos como sustraída en Coslada la jornada anterior. Dentro, encontraron 160 bloques de cocaína perfectamente envueltos y con los logotipos que cada organización criminal utiliza para distinguirse de la competencias. Cada paquete pesaba 1 kilogramo, por lo que el total del alijo bien podría ascender a unos 10 millones de euros. Cada gramo en la calle se vende a entre 50-60 euros, y eso que ya viene cortada. Si la pureza de la mercancía es óptima , como se presupone cuando se encuentra en el estado en que fue hallada en la Citroën, el valor podría duplicarse. Lo primero en lo que se trabaja es en si el titular del vehículo y su denunciante tiene algo que ver con alguna red de narcotraficantes, lo que en principio parece descartado. Si verdaderamente la furgoneta fue objeto de un robo con fuerza en plena calle de Coslada, los delincuentes se la jugaron al dejar enfriar el alijo dentro de ella y también en la vía pública. O quizá se trate de un ‘vuelco’ (robo, en el argot) entre narcos. La investigación continúa adelante y se presuponen muchos nervios a un lado y otro del alijo perdido.