Una autoestima sana es un tesoro pero, ¿cómo se consigue? ¿Viene de serie o es posible modificarla a lo largo de los años? ¿Qué ocurre en plena etapa adolescente, que parece que es más frágil? ¿ Cuál es el rol de las familias en su construcción ? La buena noticia es que desde casa se puede hacer mucho. Según Patricia Gutiérrez Albaladejo, psicóloga y profesora universitaria, los padres cuentan con un papel esencial en la formación de una autoestima sana y este hecho lejos de asustar, «nos debe dar tranquilidad, puesto que si ponemos en marcha algunas de las estrategias pronto podremos ver resultados muy positivos». Estas son las claves de Gutiérrez Albadalejo, creadora y fundadora del proyecto 'Familiando' y autora del libro 'Descubre (tus) valores: guía práctica para educar y proteger' (Octaedro), para lograrlo. Se nos llena la boca hablando de autoestima pero, ¿qué es exactamente? ¿Y cuál es el momento más delicado en su elaboración? La autoestima es la evaluación de valía que hacemos de nosotros mismos en los diferentes roles y contextos donde nos desarrollamos, y claro que nuestros hijos e hijas también configuran su autoconcepto desde que son muy pequeños; lo cierto es que desde los tres o cuatro años de edad ya son capaces de generar una evaluación de si mismo y de los demás con mucha precisión porque ya cuentan con la llamada «teoría de la mente», una capacidad evolutiva que les permite relacionarse con los demás y el entorno sabiendo interpretar lo que pueden llegar a pensar los demás y la intencionalidad sobre los hechos que observan. Además, es interesante conocer que aunque los más pequeños no sean capaces de describir su autoconcepto, si fraguan su arquitectura de seguridad interna desde los primeros meses de vida, lo hacen a través de los cuidadores de referencia afectiva, el modelo de seguridad que les ofrecemos las familias en estas primeras etapas hará que exploren el mundo de forma confiada y segura, pudiendo construir por tanto su autoestima más sana y estable. La autoestima no sólo se conforma por la evaluación que hacemos sobre nosotros en exclusiva, también tenemos en cuenta la evaluación que otros hacen de nosotros, esto es especialmente relevante en las primeras etapas del desarrollo, porque los niños desarrollarán una autoestima sana en la medida que les devolvemos una mirada y un descriptivo amable sobre ellos y ellas. ¿Cómo lo podemos hacer los padres? Entiendo que esto es algo que va calando poco a poco, y no una acción de un día para otro. Los progenitores tenemos ciertas creencias asociadas a la construcción de la autoestima, así que lo primero en lo que tenemos que trabajar es en este sentido, debemos identificar el significado de autoestima que tenemos y si es compartido en la pareja, además de conocer qué funciona y qué no funciona para construir o reconstruir una sana autoestima en nuestros hijos. Ponga, por favor, algunos ejemplos de lo que fomenta una sana y equilibrada autoestima. Compartir espacios de atención y escucha activa con nuestros hijos/as sería uno de ellos. Esto significa dedicar un tiempo diario para que nos expliquen sus inquietudes, vivencias, deseos, experiencias… Permitiendo así que construyan un mundo interno con parámetros de protección. Nosotros somos su regulador y poder compartir sus contenidos les hace ganar confianza interna, les facilitamos un camino por donde transitar y madurar. Las familias en los primeros años de vida les ayudamos a explorar de forma segura lo que les permite confiar en sus estrategias futuras de resolución. Otro ejemplo sería reforzar comportamientos asociados a los valores que queréis desarrollar en vuestra familia. En este sentido, la tendencia que tenemos los padres es reforzar sin discriminar con criterio previo, pudiendo llegar a alabar todo lo que hacen nuestros hijos pero si lo hacemos si una direccionalidad e intencionalidad, aprenderán a escuchar nuestras opiniones en positivo, pero no interiorizarán su valía y competencia, simplemente comenzarán a pensar «esto me lo dice porque es mi madre y/o padre», sin que nuestra evaluación tenga el efecto que querríamos. Así que cuando les hagamos una crítica en positivo lo aconsejable es que le señalemos lo que «es» cuando «hace»: «cuando ayudas a la abuela a guardar la compra del supermercado estas siendo amable y educado/a», este descriptivo le permitirá conocer sus competencias y configurará su valía interna de forma sana y estable en el tiempo. Los valores nos permiten definirnos y nos otorgan direccionalidad para lograr todo aquello con nos proponemos desde la seguridad interna. También resulta muy positivo el hecho de preguntar a los hijos cómo se sienten al finalizar una tarea o actividad: buscan (especialmente los más pequeños) que seamos los adultos los que les evaluemos y reforcemos, pero tenemos que asegurarnos que ellos sean capaces de identificarlo que les gusta de sus trabajos, dibujos, propuestas, resultados académicos… deben pasar por su propia evaluación, al principio guiada por nosotros pero debemos acompañarles para que tengan un lenguaje interno regulador para que no necesiten la evaluación externa para construir su autoestima. Aunque sabemos que la autoestima se construye en interacción con los demás el porcentaje que ocupan los otros en la construcción de la misma debe ser mucho menor que nuestra opinión propia, el 80% de nuestra autoestima debe depender de nuestra evaluación, de cómo nos hablamos y el 20% (más o menos) puede ser externa porque evidentemente aprendemos y mejoramos de la manos de los demás. ¿Qué tipo de cosas hacen las familias que crían hijos con buen autoestima? Como acabamos de ver, las familias tenemos tres estrategias muy potentes para fomentar la sana autoestima en nuestros hijos e hijas, pero además podemos añadir a esta lista elementos que son pura protección: mostrarnos y estar disponibles para ellos es clave para generar una crianza segura, construir una respuesta de apego seguro fomenta la evaluación de valía personal en los menores, además mantener en la familia una comunicación asertiva-afectiva también es otro de los factores de protección que fomenta una autoestima sana. Poder fomentar en nuestros hijos estrategias de regulación emocional es fundamental, saber identificar qué sienten y qué necesitan para poder volver al estado de calma hace que la autoestima sea segura y estable. Por ultimo, señalaría la importancia de generar una estructura de pensamiento crítico desde edades muy tempranas. Esto les permitirá poder afrontar estos en etapas de mayor demanda (preadolescencia y adolescencia) con mayor seguridad y serenidad para saber cómo resolverlas o saber pedir ayuda. ¿Cómo de importantes son los gestos de cariño, independientemente de la edad? Hay un momento difícil para esto, en la adolescencia. Es fundamental que podamos generar un lenguaje emocional verbal y físico con nuestros hijos. Y por supuesto el cariño y el afecto lo necesitan siempre independientemente de la edad, como madres y padres en los bebés y niños más pequeños vemos clarísimo el papel que juega el cariño en su desarrollo, pero cuando traspasamos la edad de los 12-13 años comenzamos a entender que nuestros hijos necesitan sus espacios, su independencia y que esto implica bajar la intensidad del afecto, los gestos, la cercanía o las muestras de cariño, aquí es donde debemos entender que nuestros jóvenes nos necesitan cerca y cariñosos, únicamente debemos encontrar los nuevos códigos a compartir para que ambas partes nos sintamos cómodos en esa interacción, para ello es importante poder hablar de nuestras necesidades de manera abierta y compartida. Apuntábamos a la comunicación asertiva-afectiva como factor de protección, así que debemos desarrollar este recurso para acompañar a nuestros hijos en su maduración , estabilidad emocional y una sana autoestima a través del cariño también. También el ir soltando el hilo poco a poco... dándoles mayor autonomía... La autonomía es otro de los factores de protección fundamentales con lo que contamos las familias para desarrollar una sana autoestima en nuestros hijos. Es importante conocer la maduración de nuestros hijos e hijas e ir acompañándolos en este aspecto, para ello es muy importante que podamos reconocer nuestros miedos. El miedo y la incertidumbre suelen ser mediadores muy negativos para permitir que nuestros hijos no adquieran esa autonomía que les hará sentir capaces, así en las familias debemos reconocer estas emociones para poder gestionarlas y poder acompañarles en su evolución y autonomía correspondiente en cada edad y momento del desarrollo, desde dormir solos en sus habitaciones, retirada del pañal, comer sólidos, actividades deportivas y de exploración, ir sólo por el barrio… ¿Qué tipo de comentarios no podemos hacer, que solemos realizar y que marcan la personalidad de nuestros hijos? Son múltiples las formas de abordar la crianza que dificultan que nuestros crezcan con sana autoestima, vamos a señalar las más destacadas. Quizá muchas familias al leer el listado identifiquen que no suelen tener estas prácticas y que sus hijos o hijas presentan baja autoestima , como hemos visto la conformación de la autoestima es multifactorial y no dependen en exclusiva de nuestro estilo parental, pero si como familia tenemos especial cuidado con estos estilos comunicativos y mensajes será más proteccionista: o Comparaciones con hermanos/as, primos/as, amigos/as… o Críticas negativas hacia la persona no hacia sus acciones o Imponer nuestro criterio sin escuchar sus argumentos o No atender a las necesidades que nos demandan, aunque no las compartamos en su 100% o No acompañarles en sus aficiones y actividades elegidas Si sabemos que el menor tiene poca autoestima, ¿cómo podemos trabajar en lograr que mejore? Como hemos revisado las familias tenemos muchas claves prácticas para poder fomentar la sana autoestima de nuestros hijos e hijas, pero debemos tener en cuenta una variable clave e importante para alcanzar el objetivo, los padres y madres debemos generar constancia en nuestras acciones y respuestas hasta crear un sistema facilitador para nuestros hijos/as, sabemos que la intermitencia altera los procesos de aprendizaje. Para poder mantener una respuesta constante animamos a las familias a que se marquen objetivos que sean alcanzables, a pesar de tener la tentación de comenzar con todos los recursos revisados será interesante que elijáis uno y una vez integrado seguir avanzando por los demás. La evolución de la autoestima la conseguimos a través de la acción ¿Hay que recurrir siempre a un especialista? No siempre las familias debemos recurrir a profesionales de la salud mental para iniciar un proceso terapéutico como tal, en ocasiones un asesoramiento psicológico puntual es suficiente para sentirnos acompañados y tener una guía de acción hacia donde avanzar, pero incluso en este acompañamiento puntual lo que si debemos asegurarnos es que sea por un profesional acreditado. Como sociedad estamos en un momento de mucha sobre información en crianza, educación, salud mental… y esto puede llevarnos a confiar en perfiles no formados ni profesionales sujetos a códigos deontológicos, por eso debemos asegurarnos que los psicólogos/as, psiquiatras, educadores… sean profesionales colegiados y especializados en población infantil, juvenil y/o familias.