La trayectoria musical de Bárbara Reyzábal González-Aller, artísticamente conocida como Barei, se remonta a cuando tenía 16 años. Por aquel entonces, se dedicaba a hacer 'covers' de artistas de renombre a nivel internacional como Christina Aguilera o Laura Pausini. Sin embargo, su salto a la fama no fue hasta 2016, cuando representó a España en el Festival de Eurovisión con 'Say Yay!'. La madrileña continuó trabajando en su carrera, lanzando varios temas como 'I Don't Need to Be You' y 'Bitter Cold', entre otros. El 26 de diciembre de 2018, dio a luz a León e Indira. Con el nacimiento de los mellizos, la artista optó por dedicarse de lleno a la maternidad, poniendo en pausa su carrera musical . En su día, Barei advirtió que ese parón tendría fecha de caducidad, y 2024 ha sido el momento de retomar una profesión que tanto le llena. Cinco años y medio dan para mucho, y aunque ha vivido muy buenos momentos viendo cómo sus hijos crecían cada día un poco más, su relación con Rubén Villanueva, padre de los niños, terminó en 2021. Tras un largo periodo de tristeza, dolor, reflexión y evolución personal , Barei vuelve a la industria musical con el objetivo de expresarse, ayudar a otras personas que puedan verse reflejadas en sus temas pero, sobre todo, para sanar. 'Desordenada' es su último trabajo, el tercero del nuevo proyecto que se trae entre manos, al que se suman 'Me la lías' y '¡Cómo dolisteis!': un álbum que le gustaría llevar de gira por diferentes escenarios del país y que verá la luz en enero de 2025 . - Desde pequeña quería dedicarse a la música. ¿Alguna vez imaginó que llegaría hasta aquí? - No. Bueno, me imaginé en salas muy grandes y en estadios, pero una cosa es imaginarlo y otra cosa es ir viendo dónde vas. La realidad no se ha parecido mucho, exceptuando Eurovisión, pero el resto han sido salas más pequeñas. Eso no descarta que pueda volver a hacer algo tan grande como Eurovisión, y se cumpla la meta de tocar en el Wizink Center, por ejemplo, en Madrid. Eso me haría mucha ilusión. - Hablando de Eurovisión, dio el salto a la fama tras representar a España en el festival, pero, ¿cómo se le presentó esa oportunidad? - La verdad es que yo no era nada eurovisiva ni eurofan, ¡pero ahora lo soy mucho! Fue una causalidad. Siempre digo que no son casualidades, sino causalidades, las que me han ido llevando a donde estoy ahora. Me ha pasado desde que empecé en la música. Ha habido muchos acontecimientos que no he buscado y me han llegado, como el festival de Benidorm, cuando tenía 18 años, que ahora es el famoso Benidorm Fest, que tampoco lo busqué. Ni siquiera Eurovisión era algo que buscara. Un día me llegó la noticia de que Televisión Española estaba buscando candidatos y mandé varios temas porque no perdía nada. Al final les gustaron. De los cuatro nos dijeron que dos les llamaban más la atención, pero decidimos hacer uno nuevo y salió 'Say Yay!'. Terminó siendo el favorito, ganamos la preselección y terminamos yendo a Estocolmo, donde se celebró Eurovision ese año, a representar a España. - ¿Qué aprendió de aquella etapa? - Me enseñó las limitaciones y las capacidades que tenía a nivel personal y profesional. Cosas que pensaba que tenía ya muy aprendidas, me di cuenta de que para nada, tenía mucho que aprender, y otras cosas de las que me sentía incapaz, me di cuenta de que tenía más capacidad para llevarlas a cabo que lo que yo pensaba. Me demostró, sobre todo, que tenemos más fuerza de la que imaginamos, y con trabajo, esfuerzo y agradecimiento se consiguen muchas cosas. - ¿Quiénes han sido sus mayores referentes? - Mi hermano sería uno de ellos, porque es una persona que persigue mucho sus sueños, y algunos de ellos han tardado años en cumplirse, pero han llegado. Me parece que tiene un carácter muy parecido al mío en cuanto a que es muy soñador, muy idealista, pero él mantiene los pies más en la tierra que yo. Es justo lo que me ha enseñado. A nivel profesional, muchos artistas. Artistas que se lo han currado mucho, que han empezado desde abajo y han llegado a donde están a base de pico y pala. Han ido creciendo con los años, se han reintentado... Rosalía, por ejemplo, ahora mismo es un gran referente para mí. Me parece una mujer que se ha formado mucho. El talento es obviamente incontestable y evidente, pero se reinventa, se atreve, se permite, juega... Y eso es muy inspirador para todos los demás. - ¿Cómo ha cambiado su enfoque con respecto a la composición a lo largo de los años? - Me gusta más componer que cantar mis propias canciones, y es verdad que cuando compongo, tengo la posibilidad de interpretar y de meterme en la piel de otras personas. Es como que esa faceta mía de actriz que tengo frustrada, que todavía no he llevado a cabo, puedo desarrollarla un poco al intentar entender cómo se sentirá el otro artista, qué pensará, en qué momento vital está... También es cierto que ahora no compongo para cualquier artista, no por una cuestión de ser selectiva, sino porque tengo más claro qué cosas se me dan bien y cuáles no. Muchas veces no pierdo el tiempo, ni el mío, ni el del artista si me piden algo que sé que no manejo. Soy bastante más consciente de todo, y sé cuándo realmente puedo ayudar a un artista y cuándo vamos a perder el tiempo ambos. He aprendido a decir que no, y pienso que es importante. A nivel compositivo y creativo, creo que no ha cambiado nada. Lo hago con la misma ilusión porque me encanta, es una faceta que no dejaré nunca. No sé si llegará el día en que pare de cantar de cara al público, pero tengo claro que jamás dejaré de componer. - La composición y el mundo de la música demandan requieren mucho tiempo. ¿Le resulta fácil compaginar su vida personal con la profesional? - Siendo madre es un poco difícil conciliar, pero teniendo custodia compartida, como es mi caso, lo que hago es que la semana que estoy sin los peques trabajo el doble, y la semana que estoy con ellos, a las tres de la tarde, cierro el kiosco. Cuando estoy presente con mis hijos, si puedo evitar coger el móvil, lo intento. Quiero estar el máximo tiempo posible con ellos, y de esa manera lo concilio. Creo que he llegado a ese punto en el que me lo puedo permitir también, por la profesión que tengo, y porque al final mi equipo lo he formado yo. Me puedo permitir el decir: «Oye, mi horario es este«, y adaptar las cosas a este horario. Si algo tengo claro es que mis peques son la prioridad. En ese sentido, me vino bien la pandemia, porque como tampoco había mucho que hacer en la música en ese momento, y llevábamos poco tiempo siendo padres, pudimos estar cien por cien presentes durante los tres primeros años de la infancia. He trabajado días concretos, he seguido escribiendo algunas cosas, he cogido inspiración... Pero lo que es trabajar, dejé de hacerlo y me centré en la maternidad. - ¿Hay algo que le hubiera gustado saber antes? - Aprender a soltar un poco más el control, delegar y hacer equipo. Creo que eso es lo que más he aprendido estos últimos años. Además de la madurez que vas consiguiendo con el paso de los años, este parón me ha dado distancia, y me ha ayudado a verlo todo desde otra perspectiva. Me ha hecho ver que el exceso de querer controlar las cosas te hace controlar menos, y que al final no haces bien tu trabajo porque estás pendiente de trabajos que no te corresponden. Hay que hacer equipo y saber hacerlo. Si pudiera volver atrás, me diría que confiara un poco más en mi intuición a la hora de elegir a mi equipo, y una vez lo tenga, que delegue y confíe y suelte. Ahora mismo es la primera vez que tengo un equipo al en el que confío al completo. Antes confiaba mucho en mi productor y coautor, que es el padre de mis hijos. El problema era que, por mucho que confiara en él, en el resto del equipo me costaba confiar plenamente. - 'Desordenada' es su nuevo trabajo, y forma parte de un proyecto que marca un punto de inflexión en su carrera. ¿Cómo afronta esta nueva etapa? - Pues un poco desordenada, la verdad. Muy ordenada a nivel profesional, porque creo que es la primera vez que sé lo que quiero y que lo estoy haciendo además sin prisa, buscando el momento oportuno para sacar cada canción. Incluso he preferido esperar a una fecha señalada para sacar el disco. Saldrá en enero porque suele ser un momento de reflexión. Este disco es muy introspectivo, y después de la Navidad estamos con los nuevos propósitos, ganas de mejorar y buscar una nueva versión mejorada de nosotros mismos. Creo que es un buen momento para acompañar a las personas en su proceso a través de la música. No voy a negar que me toca un poco desordenada emocionalmente, incluso musicalmente, porque este es el tercer tema que ha salido, pero es el primero que se compuso. Ha tardado tanto en salir porque he sido muy desordenada. Hemos cambiado la letra, hemos vuelto al primer punto de la producción, luego nos hemos ido a cinco puntos diferentes más, hemos vuelto otra vez al inicio... Ha sido un caos. Antonio Escobar, el coautor y productor, me decía que, por favor, parara, que tomara distancia y ordenara mis ideas porque se estaba volviendo loco. Pero bueno, abrazo el desorden, el caos y el dolor porque vienen a contarme muchas cosas y estoy abierta a ordenarlo todo con paciencia. Soy muy impaciente y controladora, y eso es lo que más me tengo que pulir. Creo que todo esto me está pasando para tener la oportunidad de trabajarme en el control y en la impaciencia. - En plena tormenta de emociones, ¿ha sido la música una vía de escape? - La música está siendo una terapia absoluta, y he decidido hacerlo en castellano para poder vomitar las cosas según me vienen a la mente sin tener que traducirlas o reformularlas. Estoy siendo mucho más espontánea, sincera y honesta conmigo. Los 13 temas que va a tener el disco son autobiográficos, y me está sirviendo para sacar fuera y ver la realidad, o al menos mi interpretación de la realidad, desde otra perspectiva. Para mí la música siempre ha sido sanadora, la de otros y la mía propia, pero este disco está siendo más terapéutico que ninguno, sin duda. - Aunque no es la primera vez que tiene el corazón roto, ¿qué le ha enseñado esta ruptura? - Que viene como viene y que la aceptación es lo único que nos evita el sufrimiento. No tener expectativas, y si las tienes que no se cumplen, pero cuanto antes aceptes que la historia ha sido diferente a como imaginabas, que todo tiene derecho a suceder y que no tiene por qué ser como tú esperabas, antes conviertes ese dolor en crecimiento y en algo constructivo. - ¿Qué le mueve a seguir adelante? - Sin duda, mis hijos son un motor bastante potente a la hora de elegir qué entra y qué no entra en mi vida. Son un filtro. Yo ahora mismo, cuando voy a tomar una decisión, siempre me viene a la cabeza y pienso, en primer lugar por mí, pero sé que como consecuencia ellos van a estar mejor si yo estoy mejor. Pensar en ellos y cómo les pueden afectar mis decisiones me ayuda mucho a tomar las correctas, creo. Hay una cosa que últimamente intento tener muy en cuenta, y es que todos cargan una mochila. Cualquier referente adulto para un niño o una niña tiene la responsabilidad de trabajarse su mochila si no quiere pasarle su carga a sus hijos, a los que también les corresponderá su propia mochila. Entonces, cuanto antes saques las piedras de tu vida, antes va a poder cargar ese nuevo niño o esa nueva niña la mochila que, por ley de vida, le corresponde. - Por curiosidad, ¿son Indira y León conscientes de la profesión de su madre? - Yo no les hago muy partícipes de mi profesión porque creo que todavía no están preparados para entender muchas cosas, son muy chiquititos, pero es inevitable. Al final en el colegio el resto de padres y madres o el resto de niños sí saben quién soy, incluso algunos escuchan mis canciones. A ellos les hace ilusión que a sus amigos les guste mi música, pero es cierto que cuando me hablan de «mamá eres famosa, en el colegio dicen que eres famosa», yo trato de quitarles ese peso. Intento inculcarles que a lo mejor me conoce más gente que a la mamá de otro niño, pero lo que hago no es más importante ni mejor. Simplemente, como me dedico a hacer algo público, la gente me conoce, pero emi trabajo es exactamente igual que cualquier otro trabajo que alguien haga en su casa y nadie lo vea. A los únicos que permito que se magnifiquen son a los médicos, que son los superhéroes del mundo, pero el resto de profesiones son iguales. Intento darles realidad y que pongan las cosas en su justa medida, porque se les puede distorsionar mucho la realidad, sobre todo en edades tan tempranas, que están en pleno desarrollo y aún no están preparados para entenderlo. - Volviendo al álbum, enero está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo van el resto de canciones? ¿Están ya listas para salir? - En total tengo nueve terminadas. Probablemente antes de que salga el disco publicaré otras dos, pero aún me quedan cuatro por componer. De aquí a finales de año tengo que terminar las cuatro para así, en enero, poder acompañar a todo el que quiera con este viaje que va desde la oscuridad más profunda a la luz más brillante. El disco plasmará mi proceso, e irá desde la oscuridad más profunda a la luz más brillante. - ¿Qué objetivos le gustaría alcanzar en esta nueva etapa? - A nivel personal, ser capaz de acompañar sin intervenir en el crecimiento de mis hijos. Es decir, ser como un copiloto que va en un coche y si necesitan alguna indicación y me la piden, dársela, pero sin influenciar en ellos. Esa es mi mayor premisa en la vida. Tanto a nivel profesional, personal... Todo: aprender a acompañarles desde la mayor neutralidad y el amor más sano posible. A nivel profesional, tengo dos proyectos que quiero que salgan. Por un lado, quiero organizar una gira mía, personal, con el nuevo proyecto, que es un formato muy distinto que por primera vez está pensado desde antes de salir el disco. Es un formato de cinco mujeres, vamos con una DJ que se encarga de la parte electrónica a través de un ordenador y una mesa de mezclas. También habrá tres chicas que tocan cello, violín y viola, pero no sentadas con una estética clásica y con un atril delante, sino sino bailando, moviéndose, interpretando... Quiero llenarlo todo de expresión corporal. Será como una danza de emociones coreografiadas, así es como lo visualizo yo. Es la primera vez que tengo una gira en mi cabeza de manera más concreta, con una iluminación concreta, un tipo de estética y una formación diferente a la que he tenido nunca. Ese es el primer reto, el más cercano y creo que uno de los más importantes para mí. Quiero que cuando alguien vaya al concierto diga «¡guau, esto me ha tocado, me ha llegado!». Por otro lado, tengo una idea que no tiene nada que ver con la música y que realmente quiero terminar. Sé que lo voy a volver tangible, pero me tenéis que dar tres años aproximadamente. Es algo que llevo masticando y dándole vueltas desde hace tres años, pero aún quedan otros tres para convertirlo en realidad. No quiero ponerme metas a muy largo plazo porque creo que los objetivos te dan una dirección, pero cuando son inalcanzables, se convierten en un límite, y en frustración. De momento, no quiero nada de eso en mi vida.