Carlos Férnandez Carriedo es optimista por naturaleza. Incombustible, es un martillo pilón con sus argumentos y un frontón para las críticas. En suma, es resiliente y de ahí su larguísima, eterna, trayectoria en la política regional. Ahora se mete a intentar convencer a la oposición en las Cortes para que aprueben el techo de gasto y, posteriormente, se avengan a negociar los presupuestos tarea, que sabe, roza lo imposible. Pero su tenacidad (cuentan quienes le conocen, que cuando negocia no hay horas para acabar la negociación y logra muchas cosas por puro aburrimiento de las partes) es una herramienta que, me da la sensación, que en esta ocasión no tendrá buenos resultados. No porque no se pueda negociar, sino porque...
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