Jamás se me hubiera ocurrido escribir una carta de agradecimiento a Arturo Pérez-Reverte como sí he hecho, a mi manera, con otros escritores a los que admiro. Pero la ocasión se brindó a medias en otro lugar y no veo razones para no terminarla aquí. Querido Arturo: quiero darte las gracias por tus novelas, pues en ellas estaban encerradas, aunque yo no pudiera saberlo entonces, todas mis aventuras de después: aprendí que la lealtad de una mujer puede ser tan peligrosa como una estocada; que los Tigres son del norte y las Reinas, del sur; que el diablo enamorado tiene el nombre de la mujer que venció a Sherlock Holmes y que Olvido fue la única mujer a la que...
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