Europa parece engatusada por esa especie de carta a los Reyes Magos que son los llamados Objetivos del Milenio de la ONU y su secuela más inmediata, la pamplinera Agenda 2030 y su circulito buenrrollista y presuntamente virtuoso que señala el camino hacia «el desarrollo sostenible, la igualdad, la diversidad» y otros célebres blablablás del momento, y que distingue a los nuevos «apocalípticos» de los «integrados». Ya les anticipo que quien esto escribe se halla entre los segundos, abrumado, perplejo y sin comprender cómo hemos llegado hasta esto. Tan centrados han estado en Bruselas en redactar el nuevo catecismo (naturalmente laico) social y progresista que se les ha olvidado cosechar para garantizar la prosperidad y el verdadero desarrollo de los...
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