He venido hoy aquí a darles un poco de trabajo. Algo así como a entrenar una parte de su olfato. Imaginen que los españoles, por lo que sea –pongamos una pandemia hipercontagiosa que ha afectado a todo el sistema y a todas las instituciones–, hubiéramos perdido el olfato político. Imaginen, sólo imaginen, nada que ver con la realidad, que sufrimos de anosmia política. Padecer esta afección supone que nuestro olfato político está atrofiado: ya no somos capaces de discriminar olores a nuestro alrededor . Dicen quienes han sufrido tal enfermedad, la real, la física, la del nervio olfativo, que es un fastidio. Primero, porque este sentido es más clave de lo que creemos. Del olfato depende el gusto, de modo...
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