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Октябрь
2024

Los 5 grandes misterios de don Rodrigo: el rey 'violador' que condenó al reino visigodo

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Su nombre ha resonado, maldito por su torpeza, durante mil quinientos años: Flavius Rudericus Rex . Don Rodrigo , que diríamos por estos lares, arrastra aún la deshonra histórica de haber abierto las puertas de Hispania a los musulmanes tras su derrota en la mal llamada batalla de Guadalete allá por el 711 d.C. De él sabemos que fue monarca visigodo apenas un suspiro, que quiso plantar cara a las tropas del general Tariq ibn Ziyad... y poco más. «Es un misterio de principio a fin en el que resulta difícil separar el mito medieval de la historia palpable. Para colmo, tuvo tantos enemigos que desconocemos si lo que se contó de él es o no leyenda negra». El que habla a la grabadora de ABC es el periodista David Yagüe . Sabe bien lo que dice, pues se empapó de los vaivenes de la Hispania del siglo VIII para alumbrar ' La última reina goda ' (La Esfera). Una novela obra ágil y documentada que presentó el pasado fin de semana en el Certamen Internacional de Novela Histórica 'Ciudad de Úbeda' y que centra sus páginas en el primer matrimonio conocido del monarca. «Trato de reconstruir la vida de Egilo, la viuda de don Rodrigo, centrándome en la caída del reino de Toledo y los primeros años del dominio islámico. Uso la ficción para reconstruir una vida llena de lagunas y enigmas», sostiene. Decir que don Rodrigo está rodeado de misterio es quedarse muy corto. Por desconocer, desconocemos hasta el lugar exacto en el que vino al mundo. El catedrático en Historia Antigua Luis Agustín García Moreno afirma en un artículo elaborado para la RAH que una buena parte de las fuentes apuntan a que fue alumbrado en Córdoba, entonces en la Bética. Pero hay hasta una teoría que ubica el origen de su familia en Asturias. «No lo sabemos, pero existen pistas que nos dirigen hacia la primera. Se cree que fue duque de la Bética durante el reinado de Witiza y que, cuando se convirtió en monarca, su sucesor fue un familiar suyo», explica Yagüe. Las pistas a las que se refiere Yagüe son muy tangibles. La 'Crónica mozárabe del 754 ' ya sugería que don Rodrigo había gobernado la Bética, y en Córdoba existe un palacio que la tradición atribuye al que fuera duque. Todo parece indicar, por tanto, que nuestro protagonista se hallaba en el sur de la Península cuando el rey Witiza falleció –según unos, por causas naturales, según otros, asesinado–, y que fue allí desde donde dirigió sus esfuerzos para hacerse con la corona. Más seguro es que, a partir de entonces, arrancó una guerra civil entre los witizanos y los nobles alineados con Rudericus para ganarse, a golpe de espada, el trono. El segundo gran enigma relacionado con don Rodrigo es el que trata Yagüe en su novela: el matrimonio con la que fue su primera esposa. «De Egilo sabemos muy poco. Apenas unos párrafos en las crónicas. Se desconoce también de donde vino, aunque parece que era de la zona de Córdoba. Eso nos crea un círculo perfecto con la Bética», sostiene el autor. El periodista explica también que una buena parte de las fuentes suscriben que «provenía de la familia enemiga de don Rodrigo, los witizanos a los que derrotó para convertirse en rey», y que es posible que se emparejaran «como una suerte de tratado de paz». El año de los esponsales, como no podía ser de otra forma, también es un enigma. «Solo sabemos que fue antes de convertirse en monarca», añade Yagüe. Pero hasta esa fecha está puesta en duda por los historiadores. Algunas crónicas menores sostienen que don Rodrigo permaneció siete años en el trono tras la muerte de Witiza, lo que implica que habría contraído matrimonio a principios del siglo VIII. La versión más extendida, sin embargo, es que el 'rex' ascendió hasta la cúspide del poder en el 710. ¿Fue ese el año en el que se casó con Egilo? En palabras del periodista, imposible saberlo, «aunque probable». Pero uno de los mitos más destacados del 'rex' es el de Florinda La Cava . Cuenta la leyenda que don Rodrigo se encaprichó de la joven, hija del conde Don Julián –gobernador de Tánger y Ceuta–, mientras esta se bañaba en el Tajo. La chica, al parecer, había sido enviada a la corte para terminar de ser educada. Según el Romancero español, «Florinda perdió su flor», violada, a manos del monarca. La venganza se sirvió fría. Aquella locura provocó que, aós después, su padre facilitara la entrada a la península de las tropas de Táriq ibn Ziyad , el general que Muza envió en el verano de 711 y que, poco después, venció a las huestes visigodas en Guadalete. «¿Que si es cierto este hecho? Hay que tener cuidado con las leyendas medievales porque son interesadas. Es factible que La Cava estuviera educándose en la corte, y también es cierto que las tropas musulmanas habían conquistado el norte de África. El resto es imposible saberlo», suscribe Yagüe. El autor es partidario de que «el romancero medieval hispano nos dice que don Rodrigo debía ser un hombre de vida amorosa intensa», pero también recuerda que es algo similar a lo que se decía de Witiza, su predecesor. «Él también tenía fama de violento y mujeriego. No sabemos si fue algo constante en la monarquía visigoda, o fue algo puntual», completa el autor de 'La última reina goda'. El último enigma de don Rodrigo fue su muerte. Solo existe una verdad aceptada: la que explica que, una vez que los invasores musulmanes y sus aliados, los witizanos, se proclamaron vencedores de la batalla de Guadalate tras varias jornadas de lucha, hallaron el caballo del monarca cubierto de flechas, pero no su cadáver. A partir de este punto las versiones son tantas como autores han investigado el suceso a lo largo de la historia. Las crónicas islámicas, por ejemplo, coinciden en que los restos del monarca desaparecieron, aunque sostienen que no se dejó la vida en el combate, sino que lo hizo tras dar media vuelta a su jamelgo y hundirse en un riachuelo cercano que intentaba cruzar. Así lo explica un texto de época, de autor desconocido, replicado en la obra 'Colección de tradiciones: crónica anónima del siglo XI', publicada en 1867: «Rodrigo desapareció, sin que se supiese lo que le había acontecido, pues los musulmanes encontraron solamente su caballo blanco, con su silla de oro, guarnecida de rubíes y esmeraldas, y un manto tejido de oro y bordado de perlas y rubíes. El caballo había caído en un lodazal, y el cristiano que había caído con él, al sacar el pie, se había dejado un botín en el lodo. Solo Dios sabe lo que pasó, pues no se tuvo noticias de él, ni se le encontró vivo ni muerto». En todo caso, a día de hoy existen otras tantas versiones diferentes sobre lo que aconteció al desgraciado don Rodrigo tras la mítica contienda. La primera arriba de la mano de la 'Crónica mozárabe de 754', calificada por los expertos como la principal fuente latina para el conocimiento del reino visigodo y la conquista musulmana de la Península. Este texto, después de explicar la derrota del ejército defensor en la batalla del río Guadalete, afirma que el monarca falleció en la contienda: «[El rey] murió en esta batalla, huyendo todo el ejército de los godos que, movidos por la ambición del reino, envidiosa y fraudulentamente habían venido con él. De este modo perdió desgraciadamente el trono y la patria ».



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