Una propuesta para visitar la provincia de Salamanca es seguir la ruta de los Conjuntos Históricos. Quince municipios que han conservado su patrimonio y sus rasgos de identidad con la misma naturalidad con la que han desarrollado la vida cotidiana durante siglos. Visitables en seis jornadas sin prisas y con la tranquilidad y la paciencia de los antiguos viajeros interesados en descubrir los pequeños tesoros que ha ido escondiendo la historia. En la frontera con Portugal, nos encontramos con dos conjuntos a los que la historia les otorgó el papel de vigilantes de la frontera. Ciudad Rodrigo ha sido históricamente la capital militar de la provincia . Sus murallas medievales y barrocas delimitan uno de los perímetros urbanos más bellos de Castilla y León. La ciudad invita a pasearla sin descanso y volverla a visitar en sus celebraciones más sugerentes: el Carnaval del Toro y la Feria de Teatro de Castilla y León. En su entorno, es visita obligada la estación arqueológica de Siega Verde. Considerado el mayor enclave de grabados paleolíticos de toda España, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. San Felices de los Gallegos , la villa dominada por el castillo y un aire medieval, nos abre las puertas al parque regional de Las Arribes. Un espacio natural entre cañones y precipicios que ha dibujado durante siglos el río Duero a lo largo de 125 kilómetros de frontera natural con Portugal. La mayor concentración de Conjuntos Históricos está situada en el sur de la provincia en el entorno de la Sierra de Francia con pequeños municipio que han conservado una arquitectura y un urbanismo singular y un alma cargada de siglos y de tradiciones. Entre ellos, La Alberca, que fue el primero declarado en toda España en 1940. Su excepcional entramado urbano, un calendario de fiestas únicas que abarca todo el año, su situación, en pleno parque natural de las Batuecas, protegida desde lo alto por el santuario de la Peña de Francia, la han convertido, tras la capital, en el principal destino turístico de la provincia. Vista desde lo alto, llama la atención la gran manzana que forman las casas y edificaciones de Villanueva del Conde. Sólidas murallas circunvalan la localidad de Miranda del Castañar , en la que sobresalen las solemnes torres del Homenaje de su castillo y la de las Campanas. Una forma de conocer Mogarraz es adentrarse sin rumbo fijo por sus calles y rincones. Ello permitirá toparte con una bella arquitectura de entramado y originales dinteles, frecuentemente grabados con alusiones religiosas. Rodeado de tupidos arbolados y fértiles huertos, en San Martín del Castañar sobresale la espadaña de la iglesia y la figura recortada de la que fue airosa torre del homenaje del castillo, donde se encuentra el Centro de interpretación de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia. Rincones, plazuelas y calles enteras parecen haberse detenido para solaz de viajeros y paseantes en Sequeros . Recorrer su ruta urbana señalizada lleva a un trazado sinuoso hasta llegar a la ermita del Humilladero y al santuario de Nuestra Señora del Robledo, donde se funden magistralmente naturaleza y sentir religioso. En el sureste, Béjar, capital histórica de la comarca, presume de tener una moderna estación de esquí y de mantener restos de sus épocas más gloriosas como el castillo de los Duques, a quien Cervantes dedicó el Quijote, el museo judío o la ruta de las antiguas fábricas textiles. Candelario, situada en las faldas de la montaña, ofrece un paseo sugerente de calles empinadas con el rumor constante del agua que desciende por las regajeras y el olor a humo y chacina. Un producto que ha sido la referencia principal de esta villa desde que sus chacineros se convirtieron en proveedores de la Casa Real en el siglo XVIII y Goya lo reflejó en un famoso tapiz. Montemayor del Río ha sido históricamente el centinela defensivo de los caminos del sur. Está situado en un valle frondoso dominado por un espectacular castillo, convertido hoy día en un centro de interpretación de la Edad Media. Cerca de Salamanca siguiendo la estela del río Tormes se levanta Ledesma . Una antigua villa señorial en los dominios de Don Beltrán de la Cueva. que ha cambiado espectacularmente la piel en los últimos años. Ha maquillado sus fachadas, eliminado contaminación visual e incorporado una señalización histórico patrimonial gracias a la Diputación de Salamanca. Ledesma también es la puerta de dos paisajes característicos en la provincia: el Campo Charro, dominado por un ecosistema muy particular donde bajo el dominio de la encina crecen los toros bravos y los cerdos ibéricos, y las Arribes del río Duero. En el noreste de la provincia, en tierras dominadas por las llanuras meseteñas y la arquitectura mudéjar, aparece Peñaranda de Bracamonte , donde disfrutar de sus plazas y soportales y sus curiosas mirillas indiscretas. Los signos de identidad de Alba de Tormes están determinados por su vinculación a los duques de Alba y la figura de Santa Teresa de Jesús. La Santa andariega encontraría aquí su última morada. Los últimos días de su vida y el espíritu de su obra los encontramos en el Convento del Anunciación que ella misma fundó en el año 1571.