La dimisión de Íñigo Errejón la semana pasada y las denuncias de mujeres por presuntas agresiones sexuales que lo señalan ha generado un debate social y político de primer orden. Un escándalo que envuelve a una persona que en más de una ocasión se ha pronunciado en defensa de las víctimas de abuso y que era un conocido abanderado del feminismo. El propio Pablo Iglesias ha negado en RTVE estar sorprendido por las acusaciones de comportamientos machistas y acoso sexual contra su excompañero de partido, «de esto se hablaba hace un año», ha dicho. Asimismo, los testimonios que están saliendo a la luz y la carta de Rita Maestre ponen sobre la mesa una serie de temas relevantes. Maestre ha señalado: «Estoy descubriendo ahora que algunos de los episodios de comportamientos y violencia misógina denunciados por las víctimas sucedieron cuando el agresor era aún mi pareja. Una persona de apariencia normal, un «buen novio», era a la vez un misógino que volvía a casa con normalidad después de agredir a una mujer de 20 años en un hotel». Y no es una novedad, porque el feminismo nos ha enseñado hace mucho tiempo que los agresores que se suelen presentar como seres monstruosos excepcionales son un padre, un hermano, un compañero de trabajo o tu expareja». Y añade: «Evidentemente, es imposible que cada una de las personas que hemos compartido con él parcelas de nuestra vida (en el ámbito que sea) no pensemos cómo no pudimos ver que estábamos ante alguien con esas múltiples caras, cómo pudimos cegarnos ante ese nivel de manipulación. Porque eso es lo que es quien sostiene en su día a día una red de agresiones y vejaciones de esta magnitud: un manipulador ». Dados los interrogantes que quedan abiertos sobre este tema poner el foco sobre Errejón como presunto agresor y sobre cuál es su perfil psicológico puede darnos algunas claves cruciales. Para ello contamos con Lara Ferreiro, psicóloga especialista en adicción emocional, autoestima, pareja que da a ABC un posible perfil psicológico de Errejón. Pero antes de todo es necesario aclarar que es importante tener en cuenta la presunción de inocencia. « No podemos asegurar que Errejón sea culpable de todo lo que se le acuse hasta que no se demuestre lo contrario . Habría que hacer un informe pericial forense para estar seguros al 100% de su perfil psicológico, pero con la información que tenemos, podemos hablar presuntamente de una serie de rasgos», indica Ferreiro. Ferreiro destaca que podríamos decir que Errejón parece un lobo con piel de cordero, tras esa carita angelical e imberbe, se esconde un presunto agresor sexual. «Llama la atención cómo ya no podemos fiarnos ni de los que tienen cara de buenos». Si analizamos con detenimiento su comunicado de renuncia, según Ferreiro, podemos ver que no hay por donde cogerlo. «Utiliza un lenguaje alambicado que «sólo él sabe lo que significa, quizás para demostrar una superioridad intelectual que le exima de ser considerado como un agresor. Evadiendo todas sus responsabilidades y no pidiendo perdón en ningún momento», dice. Errejón en su carta de dimisión dice haber llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. «Esto nos lleva a pensar que puede ser un posible psicópata que interpreta un personaje», afirma la psicóloga. Errejón también menciona que su paso por la política y la fama le han pasado factura. Ferreiro dice que este intento de echar la culpa a la fama que lo ha corrompido supone poder hablar de un presunto Síndrome de Eróstrato . «Consiste en la adicción a la fama, incluso él mismo asegura que sus valores y su personalidad han sido corrompidas por la fama y el poder. Y también podríamos hablar del Síndrome de Hubris , que en este caso, se trata de la adicción al poder y es un subtipo del t rastorno narcisista de la personalidad . Esta adicción al poder, puede llevarle a sentirse engrandecido y con superioridad a las mujeres con las que ha mantenido relaciones», apunta la especialista. Incluso se podría hablar también de la tríada oscura de la personalidad, es decir, narcisismo, maquiavelismo y psicopatía sin empatía . «De hecho, él mismo admite en su comunicado que se ha «emancipado de la empatía». Una forma de decir que se ha convertido en todo un psicópata narcisista», afirma Ferreiro. Cabe reseñar que para la psicóloga no es nada nuevo encontrar este tipo de perfiles psicopáticos dentro del mundo de la política , ya que hay estudios que sugieren que entre el 4% y el 6% de los líderes políticos de alto nivel podrían tener rasgos psicopáticos. La política es pactar con tus enemigos o traicionan a los de su propio partido, pero lo único que hace es agrandar eso, e l germen ya está ahí. «La psicopatía integral está previamente, esto se desarrolla de 0 a 24 años. Se contrarresta si tú tienes un techo sólido de valores. No obstante, la psicopatía en el Congreso de los Diputados me da mucho miedo», sentencia Ferreiro. La forma de entender esto consiste, para la experta, en que los psicópatas integrados tienen una máscara social, son absolutamente encantadores y se comportan como los novios perfectos, tal y como ha dicho Rita Maestre, pero debajo de eso, tienen una personalidad muy oscura. «Cuando una persona tiene una doble cara, suelen estar disociados. Tiene dos comportamientos muy distintos entre su esfera privada y pública, y eso hace que el personaje se coma a la persona», afirma Ferreiro. Unas ideas que podrían trasladarse a su recorrido político. Por esta razón Ferreiro establece que «se esconde tras círculos feministas dando una imagen de hombre aliado del movimiento para aprovechar la confianza de las mujeres y poder agredirlas y abusar de ellas. Porque una mujer, dentro de un círculo feminista, no va a pensar que sus compañeros hombres la van a agredir. De esta forma, muchas pueden bajar la guardia, e incluso, dudar de sí mismas al haber sufrido una agresión , porque pueden llegar a pensar que «cómo es posible que mi compañero el feminista me haga esto». En línea a esta idea está la denuncia que se conocía de Elisa Mouliaá contra el portavoz de Sumar que señalaba que «mientras le realizaba tocamientos por la zona de los pechos y los glúteos. La colaboradora de Zapeando le comentó que estaba «muy incómoda» y le terminó diciendo: «Solo sí es sí, parece mentira que me esté pasando esto contigo ». Errejón también habla en su comunicado de que estar en primera línea de la política le genera «una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo..». En el fondo, está confesando los hechos, está admitiendo que ha tenido comportamientos deplorables, pero no asume responsabilidades . Esto es igual que cuando alguien está borracho, comete un delito y le echa la culpa al alcohol», nos explica la experta. En este ámbito Ferreiro es muy clara diciendo que utilizar la baza de la salud mental es muy peligroso porque pretende que eso sea un lavado de cara o un atenuante para intentar dar pena . Y recuerda que nadie escapa de la hemeroteca recuperando un tuit que en 2021 el propio Errejón escribía: «No es ninguna 'enfermedad mental' es machismo». Además, Errejón utiliza el discurso de su problema de salud mental como un arma arrojadiza. Básicamente lo que busca es hacerse la víctima para que pensemos que no ha sido él el que controlaba sus actos, sino ese trastorno sexual que, presuntamente sufre. Frivolizando lo que es muy serio. No hay banalidad cuando uno de los testimonios que apuntan a Errejón recogido por la periodista Cristina Fallarás del diario 'Público.es' hablaba en lo «complejo» que resulta mantener relaciones sexuales con alguien que, en un «acto tan íntimo», «pone la misma cara que pondría si te estuviese dando una paliza». Ferreiro al tiempo aclara que también podríamos estar hablando aquí de que Errejón representa u n perfil de hombre inseguro que utiliza la fuerza contra la mujer para imponer sus delirios de grandeza y llevar a cabo sus fantasías sexuales excéntricas, pues ya ha salido a la luz que Errejón llevaba en terapia por adicción al sexo y a algunas sustancias desde hacía meses. «Aunque nos pueda resultar algo extravagante, en España hay casi 3 millones de personas adictas al sexo. Una persona adicta al sexo no es agresor sexual, porque un adicto al sexo siempre actúa con consentimiento, mientras que a un agresor sexual, lo que le excita es el abuso de poder sobre la mujer y el no consentimiento-ese es el punto perverso y sádico que le genera adrenalina». Este tipo de personas usan el que están haciendo terapia para lavar su imagen. «Al final les estás dando armas para seguir manipulando», comenta Ferreiro. Además, Errejón hacía supuestamente la luz de gas, el gaslighting , una técnica de maltrato psicológico que te hace cuestionar tu propia realidad haciéndole creer a la víctima que el problema está en ella. Ferreiro detalla que sus víctimas podrían desarrollar un trastorno de estrés postraumático por el trauma que te genera haber vivido una agresión sexual viniendo de un perfil que se supone que protege a las mujeres, es un doble abuso, «y eso también podría incluir a su exnovia Rita Maestre. Estas mujeres tienen que pasar por seis fases, entre ellas está el shock, la ira, el miedo a que las juzguen socialmente. Es importante no culpabilizar a las víctimas por no haber podido denunciar porque en muchos casos, tardan meses e incluso años en poder gestionar todo lo que han vivido». A la pregunta de por qué hay mujeres con las que Errejón era un «buen novio», como dice Rita Maestre, mientras vejaba a otras, Ferreiro detalla que por un lado está la mujer escaparate, la fachada , la que te ayuda a mantener tu perfil, la madre de tus hijos o tu novia. Alguien que consideras que está a tu altura o que te queda bien. Y luego, están las otras que son cosas a las depredar. Esto se llama cosificación. De hecho a él le gustaba el sexo muy pornográfico, muy de abuso, precisamente por eso, porque eran como cosas. Incluso a Rita tampoco la quería, solo era un instrumento social», afirma. Ferreiro pone el ejemplo de Mouliaá. Ella lo tenía idolatrado, alguien que luchaba por el feminismo y con el que sentirse segura. «El problema es que el agresor es divertido al principio, un embaucador nato. y luego, llegan las normas y la sumisión. Algunas víctimas pueden tener baja autoestima o tienen el efecto fans, el «ay, Dios mío, que se ha fijado él en mí», dice. Pero lo que hay que tener claro, según Ferreiro, y lo dice en su libro 'Adicta a un gilipollas' es que cualquier mujer puede caer . «He visto a mujeres exitosas siendo víctimas de este tipo de personas. Al final, cuando tú te enamoras del personaje, de lo que representaba Errejón, tú segregas oxitocina, que es la hormona del vínculo. Y entonces eso te vuelve ciega y sorda », señala. Para Ferreiro quedan puntos ciegos en todo el problema surgido con Errejón. Los demás si lo sabían o si escucharon rumores por qué no lo denunciaron siendo más contundentes en sus acciones o quién más tiene un comportamiento igual. «Esto no ha hecho más que empezar. Se habla ya del 'Me Too' político . Estamos ante algo mucho más gordo. De hecho, la periodista que lo sacó habla de que tiene muchas cosas de muchos partidos ». Pero la cuestión es poner el foco en el agresor.