Cuando nada va bien, todo tiene que cambiar. El Sevilla de la pasada temporada fue un completo caos. Fichajes a destiempo, cambios de entrenador por doquier, millones y millones de euros que se fueron por el retrete... y derrotas. Muchas derrotas. Ante esta situación, y temiendo que el futuro fuera más desolador aún, los aficionados sevillistas (y el entrenador) pedían fichajes, caras nuevas. Víctor Orta se puso manos a la obra y además de darse el salto de Isaac Romero al primer equipo, llegaron a Nervión Hannibal Mejbri, Lucien Agoumé y Alejo Véliz (tras el esperpento vivido con Robert Bozenik quien apenas ha marcado desde entonces tres goles en 32 partidos con su equipo y su selección). Isaac resultó ser el único que acabó haciéndose fijo para Quique Sánchez Flores y su salida del filial propició que el club hiciese lo posible por brindar también refuerzos a Jesús Galván en su carrera hacia el ascenso que magníficamente acabaría consiguiendo. Llegaría no sólo como recambio natural Mateo Mejía, si no que también se sumaría al club Stanis Idumbo Muzambo. El Sevilla aprovechó que el Ajax no llegaba a un acuerdo para renovar al joven futbolista y lo pudo incorporar. Las expectativas se dispararon al ver los habituales highlights que pueblan YouTube, pero desde el club no paraban de repetir una y otra vez que se le daba mucha presencia en las informaciones que surgían por aquellos días a un futbolista que llegaba para reforzar al filial. No sabría decir si se le daba poca o mucha relevancia a Idumbo, pero lo cierto es que el Sevilla le hizo de primeras hueco en el novedoso edificio del primer equipo, que el jugador entrenaba más con el primer equipo que con el filial y que, por todo ello, se intuía que la idea del club era la de hacerle más pronto que tarde hueco en el primer equipo, que había más esperanzas de las mostradas. Tras hacer la pretemporada con García Pimienta finalmente ha acabado debutando y dejando su huella. En cuatro ratitos con el primer equipo y el filial suma dos goles y deja ver que su velocidad puede ser muy útil para el primer equipo tras la lesión de Ejuke. García Pimienta, que trabajó durante mucho tiempo en los escalafones inferiores del Barcelona, sabe tratar con futbolistas jóvenes y pone la cautela, los cuidados y la sobreprotección que desde primera hora querían imponer en el Sevilla para buscar pulir a la joya que pudo captar a tiempo Víctor Orta. El tiempo dirá si llegará el día en el que haya que reivindicar a bombo y platillo su fichaje o si, por el contrario, volverá a ser alguien sin mucha importancia en el día a día del primer equipo.