La cháchara, esa sobreabundancia de palabras vacías, ha venido a camuflar en más de una ocasión la indigencia de ideas . La desnudez se tapa en nuestra sociedad con trajes hechos de palabras. Basta pensar en el campo del arte, por ejemplo, donde la proverbial jerga de los curadores, oscura y frívola, acabó convirtiéndose un idioma en sí mismo, el International Art English. A medida que la vida y el arte se mezclaban y a las bienales y museos llegaba, literalmente, cualquier cosa, las explicaciones que elevaban y justificaban la nada, el experimento por el experimento y la museificación de absolutamente todo, se recargaban de conceptos y expresiones indigeribles para la más lúcida de las entendederas. Recuerdo que por aquellos...
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