Recuerda, hombre, que le debes más a tu urólogo que a la Revolución Francesa . Los grandes acontecimientos de la humanidad y los grandes personajes me inspiran un entusiasmo muy moderado. Sus caminos suelen estar sembrados de cadáveres, y eso hace que mi admiración hacia ellos esté llena de condiciones. Mi querido Manuel Alcántara me enseñó a distinguir entre admiración y embobamiento. A medida que envejezco, prefiero la vida a la obra. Soy un hombre corriente, y únicamente me siento cómodo entre quienes considero mis semejantes. Gente sin pretensiones, que me ayuda a vivir con esperanza. Ellos no tienen conciencia de sus cualidades terapéuticas, y no me piden nada a cambio de otorgármelas. Ni siquiera necesito que sean mis amigos,...
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