Una de los grandes hándicaps que tienen las empresas españolas para apuntalar su crecimiento es el acceso al crédito. Y aunque asistimos actualmente a una gradual mejoría en este aspecto, aún persisten desafíos relacionados con el aumento de costes, el endurecimiento de las condiciones de acceso a la financiación -plazos, garantías- y la necesidad de adaptarse a nuevas realidades económicas. «Son muchas las empresas que todavía enfrentan dificultades para acceder a créditos en sus etapas tempranas debido a la falta de garantías o historial crediticio sólido», explica Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de Cámara de España. Además, «para atraer a inversores privados y otros tipos de financiación alternativa, es clave que las pymes dispongan de un plan de negocio claro, con proyecciones financieras fundamentadas y objetivos de crecimiento realistas. Este plan debe demostrar el potencial de la empresa, especialmente en áreas como la innovación y la sostenibilidad. No obstante, diseñar este plan no está al alcance de todas las pymes, debido a la falta de capacitación o a las dificultades para disponer de recursos y asesoramiento que les apoyen en el proceso». La falta de un historial de funcionamiento sólido es uno de los mayores obstáculos, particularmente para startups o nuevos proyectos, explica Francisco Vidal director de economía y políticas sectoriales de Cepyme. «Sin datos previos que avalen su viabilidad, ¿cómo van a evaluar a las entidades financieras el riesgo crediticio? y esto, restringe las oportunidades de financiación para estas tipologías de empresas, a pesar del creciente interés por impulsarlas». El tamaño de la empresa también es un factor determinante. Cuando una pyme pequeña busca acometer una gran inversión o renovación, los análisis financieros que realizan los prestamistas, basados en los ingresos históricos y proyecciones futuras, pueden limitar la capacidad de acceso a la totalidad del crédito necesario. Esto reduce significativamente la viabilidad de proyectos de mayor envergadura para empresas con estructuras más modestas. Por otro lado el sector de actividad juega un papel clave en la concesión de financiación. «Sectores considerados cíclicos o sensibles a la incertidumbre económica se enfrentan a mayores dificultades para acceder al crédito, especialmente en contextos de inestabilidad o riesgo afectando a su capacidad de desarrollo y adaptación en tiempos críticos». Sin acceso a los recursos financieros necesarios muchas pymes se verían limitadas en su capacidad para invertir en innovación, digitalización, sostenibilidad, capacitación, marca, diversificación o en su expansión exterior. En este punto, explica Jordi Solé Tuyá, director ejecutivo de Kreedit, «muchas pymes no saben adónde dirigirse para encontrar opciones más allá de los grandes grupos bancarios y salir de ese marco resulta complejo. Los bancos dominantes en el mercado mantienen férreamente su posición y no promueven una apertura hacia otras alternativas de financiación que podrían estar al alcance de las pymes». A esta dificultad se suma el impacto de la pandemia, que sigue afectando la actividad económica de muchas pymes. Esos préstamos, pensados como un alivio temporal, no han generado un aumento en la actividad económica y a día de hoy «muchas de estas empresas enfrentan la presión de devolver unos créditos que, en su momento, solo lograron amortiguar el impacto de la pandemia, sin contribuir realmente a su crecimiento o expansión». Esta situación coloca a las pymes en una posición de vulnerabilidad creciente. La falta de acceso a fuentes de financiación diversificadas y la presión de los compromisos adquiridos dibujan un panorama complejo. Por otra parte, la financiación de circulante se vuelve esencial para garantizar el flujo de caja necesario para mantener las operaciones diarias sin interrupciones, sostienen desde Cepyme. Este tipo de apoyo financiero permite a las empresas seguir funcionando y cumplir con sus compromisos, incluso en escenarios donde los plazos de pago y cobro no coinciden y juegan un papel fundamental en la estabilidad y sostenibilidad del negocio. Por tanto, es crucial no olvidar las dos facetas fundamentales de la financiación: por un lado, la relacionada con la demanda y las ventas, que asegura la operatividad y el funcionamiento diario mediante el soporte al capital circulante; y, por otro lado, la destinada a la inversión y el crecimiento, que permite expandir el negocio y abordar proyectos de mayor alcance. Actualmente, en el mercado de financiación empresarial en España operan alrededor de cuarenta entidades privadas alternativas que pueden ofrecer servicios específicos para ellas, continúa Solé. A diferencia de los bancos tradicionales, que suelen ofrecer una amplia gama de productos —desde préstamos y pólizas de crédito hasta leasing, renting, financiación para importaciones y exportaciones, y servicios como el confirming y factoring— estas entidades alternativas se caracterizan por su enfoque monoproducto. Es decir, se especializa en un único tipo de financiación, como los anticipos de ventas o el direct lending. «Lo que sucede es que esta especialización plantea un desafío para las empresas: deben tener claro primero qué tipo de financiación necesitan y encontrar aquella que ofrezca el producto específico que mejor se adapte a su situación particular». En este sentido, apunta Raúl Mínguez, el interés creciente por la diversificación ha llevado a un mayor recurso al capital privado, incluyendo inversiones de 'business angels', fondos de 'private equity', plataformas de financiación participativa o las sociedades de garantía recíproca. De este modo, se evita «la vulnerabilidad que supone la excesiva dependencia del sector bancario con avales específicos de difícil alcance para las pymes o las fluctuaciones y cambios en las políticas de crédito de las propias entidades». Dada las características del acceso a la financiación, los sectores más vulnerables son aquellos que exigen inversiones relativamente cuantiosas y con retornos ocasionalmente sometidos a amplios márgenes de incertidumbre. En este grupo se encontrarían algunas ramas tecnológicas (con elevado componente de I+D+i), industriales, energéticas o de la construcción/inmobiliario, puntualizan desde la Cámara de Comercio. También debe señalarse la importancia en función de la etapa en la que la empresa se encuentre, de modo que las startups y las empresas en fases tempranas que buscan capital para innovar y crecer con rapidez pueden verse especialmente afectadas por la dificultad de acceso al dicho crédito. O las actividades sometidas a elevada competencia, con márgenes reducidos, lo que incrementa la percepción de riesgo como puede ser el comercio minorista o algunas ramas turísticas.