Al barrio ha llegado un paje de los Reyes a recibir de los niños sus últimas cartas . Se sentaba en una silla en la antigua iglesia del barrio, un viejo barracón con los cristales de la puerta rotos por una pedrada y decorado para la ocasión con globos, guirnaldas y luces de colores. El enviado de Sus Majestades vestía pantalón de brillo azul de mercadillo, botines de señora, turbante con pluma e iridiscencias. Era un tipo con mucha mili de cinco de enero. En el lóbulo izquierda brillaba, como una estrella blanca, un pequeño pendiente que podría haber adornado la oreja del miembro de una de esas batucadas, y en el rabillo del ojo se había pintado una raya...
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