Desde hace unos días, los 28 inmuebles okupados del número 6 de la calle del Excelente, en Carabanchel, acaparan los micrófonos y las cámaras de televisión de diversos medios de comunicación. Este sábado, el edificio yacía sereno. Ambula observador por las inmediaciones. Es uno de los conserjes errantes que custodian la urbanización okupada desde hace ya un mes. El acceso al edificio queda totalmente prohibido. Y «más aún para la prensa». La otra conserje, que se encuentra detrás de la ventanilla de entrada, anima a no ser insistentes: «Nadie puede pasar. No podéis acceder al interior». Mientras, dos de los okupas persisten en querer hablar, en contarnos su versión. Esa misma mañana, la urbanización ha amanecido con la primera pintada. Una amenaza, «Perú muerto», se puede leer en una de las paredes laterales del edificio. Más tarde, uno de los residentes legales cuenta que, supuestamente, según los de arriba, «ha sido una persona, en bicicleta y encapuchada, que ha venido esta mañana, ha hecho la pintada y ha salido corriendo». Los okupas señalan el coloreado en el ladrillo: «No es agradable vivir así. No somos unos delincuentes». Quieren contarnos su historia, justificar de alguna manera su situación. Aceptan, para ello, que conozcamos el interior de la urbanización. Concretamente, 'su' vivienda. Insisten los conserjes en que si entramos, se verán obligados a llamar a la Policía: «No puede entrar nadie». Los okupas observan curiosos. Con ellos está su propio conserje, un joven de unos veinte años que les abre la puerta cuando los inquilinos ilegales, a través de una llamada telefónica, le comunican que necesitan entrar. Porque de la puerta principal no tienen llaves. En su interior, el edificio aparece tranquilo, manso. Se avista una zona ajardinada. La urbanización cuenta con piscina, gimnasio, área infantil y hasta una zona gastro exterior. Con esto, uno de los vecinos, que lleva viviendo en Excelente desde septiembre, ansía hacer hincapié en que no se trata de viviendas de lujo: «Sí, es cierto que tenemos piscina, pero nada más lejos de la realidad. Un inmueble de 55 metros cuadrados con sólo dos dormitorios no es un piso de lujo. ¡Que más quisiera!». Tras estas palabras, apunta que las presentes viviendas se alquilarían por entre 900 y 1.300 euros al mes. Siomara, una de las personas que, junto a su familia, entró hace semanas de manera ilegal en una de estas viviendas, aseguró hace unos días a este periódico que habían llegado a pagar hasta 3.000 euros por el piso. De entrada, claro: «Porque de momento no han vuelto a pagar nada por él». Indicaba, además, que esta cantidad monetaria había sido pagada en mano, «nada de transferencias». «Un señor nos entregó las llaves y el contrato. No sabíamos que era falso, hasta que un día llegó la Policía y nos informó de la situación, que éramos 28 los que habíamos sido estafados». Entonces, la joven, de 19 años, denunciaba el acoso de una empresa de 'desokupación', que primero les ofreció 800 euros para marcharse; luego subió la oferta a 1.200. No se sabe, a ciencia cierta, quién ha podido hacer entrega de esas llaves piratas. Hablan de un clan, de una mafia. «Desde luego, esto forma parte de un plan muy bien organizado y orquestado», asegura el residente afectado. Aunque aquí, en Excelente, 6, afectado es cualquiera:«No somos unos delincuentes, a nosotros nos han estafado. Queremos pagar nuestro alquiler como el resto, legalmente». Accedemos rápido a uno de los portales de la urbanización protagonista para entrar en uno de los inmuebles okupados cuando un grupo de cinco hombres muy corpulentos y caras de pocos amigos –de la empresa Servi-Okupas – preguntan por «un par de periodistas que han entrado». Nos ordenan salir del edificio inmediatamente: «No podéis estar aquí. Es una propiedad privada. Estas personas están aquí de manera ilegal, no es su vivienda, por lo que no podéis acceder a ella». Los cinco falsos porteros insisten en que tenemos que salir. «Sólo queremos hablar con las personas y los propietarios afectados». Pero el gerente de la empresa se empeña en que está prohibido. Tras varios intentos por subir a la vivienda, finalmente el equipo de reporteras (dos mujeres jóvenes y menudas) es expulsado con intimidaciones, impidiendo realizar su trabajo, como si ellos fueran quienes dictaran una ley que se inventan. Fuera, señalan que están trabajando durante el fin de semana para que la situación en la urbanización mejore. No dan más detalles. Aseguran, desde el otro lado de la puerta principal, que nadie del edificio va a hablar con este diario, a pesar de que varias personas han mostrado interés en querer dar su opinión. «Es mejor que os vayáis y que volváis otro día», reiteran.