SI yo fuera Pedro Sánchez, lo que me pediría el cuerpo es llamar a mi hermano pequeño y abroncarlo. Porque lo más indecoroso de su testimonio ante la jueza no fue su patente desconocimiento del contenido de su puesto de trabajo, sino su nulo interés y/o competencia para disimularlo. Lo que causa más indignación, a la vez que calibra la altura del personaje, es que acudiera al examen sabiendo las preguntas que le iban a hacer, porque caían por su propio peso, y no tuviera la vergüenza, o el hervor, de preparárselas para evitar el más absoluto de los ridículos. Cuesta mucho, además, creer que su abogado no le avisara sobre esas preguntas. E incluso que no las ensayaran juntos....
Ver Más