El establecimiento que sirvió los montaditos de pringá que, supuestamente, provocaron una intoxicación en más de 70 personas (la Delegación de Consumo ha contactado, de momento, con 44) y el fallecimiento de una de ellas , ha estado rodeado desde esta mañana por decenas de cámaras de televisión y curiosos. El propietario del local ha guardado silencio absoluto y se ha negado a hablar ante los medios, además de pedir que no lo grabaran. Hasta una patrulla de la Policía Nacional se ha personado en el establecimiento ante el revuelo causado. Entretanto, el ambiente en el barrio de este señero local se mueve entre la incredulidad de unos y la ignorancia de otros que ni siquiera sabían lo que ha pasado. «El tema lleva hablándose desde hace una semana, pero, al seguir el bar abierto tampoco me lo había creído mucho», comentaba Pilar, una residente de la zona que se dirigía a su casa tras hacer la compra. Esta hipótesis es la que impera entre los residentes: «Lo normal hubiera sido que, si es verdad que se han intoxicado, la autoridad sanitaria hubiera cerrado el establecimiento de forma preventiva . Además, creo que han pasado bastantes días hasta que han denunciado», indicaba otra vecina, que ha preferido no revelar su nombre. Los afectados, supuestamente, se intoxicaron en un cumpleaños que se celebró el sábado, 4 de enero. «He oído que todos comieron montaditos de pringá, pero, vamos, yo estoy harto de comerlos y nunca me ha pasado nada. Como esto no tenga relación a esta familia [en referencia a los dueños del bar] la van a hundir », se lamentaba Pedro, otro vecino del barrio. El dueño del bar apuntó a este periódico (antes de que se presentaran las denuncias) que jamás le había pasado antes algo así y que desde el principio ha mostrado su colaboración para facilitar las muestras de los productos y todo lo que sea necesario. El agente sospechoso es el E. Coli y Clostridium perfringens y las muestras alimentarias están en estudio. Según Salud, en el plazo de una semana se conocerán los resultados.
