Un tsunami normativo para acelerar el viaje a una movilidad sostenible se ha desatado en España. Y el foco se está poniendo también en los desplazamientos que realizan las empresas tanto los necesarios para llevar a cabo su actividad como los viajes que efectúan los empleados para ir y venir del trabajo. Al fin y al cabo estos últimos ocupan gran parte de nuestro tiempo y de nuestra vida diaria. Si son más sostenibles y eficientes ganaremos en conciliación, serán un atractivo para retener y atraer talento hacia las compañías y estas además tendrán mayores ventajas competitivas y menores costes operativos. Todo un conjunto de normativas afecta en esta nueva movilidad corporativa sostenible que se intenta dibujar. Por un lado, ya ha expirado la moratoria para que los ayuntamientos con más de 50.000 habitantes habiliten una zona de bajas emisiones (ZBE). Por tanto, muchos tendrán que coger carrerilla y activar estos espacios restringidos al tráfico cuanto antes. Y esto influirá en cómo nos movemos en las ciudades para ir al trabajo. Por otro lado, este año todas las empresas europeas con más de 500 trabajadores están obligadas a hacer pública la huella de carbono de toda su actividad bajo unos mismos criterios que estarán dictados por Bruselas, según reza en la directiva de Sostenibilidad Corporativa (CSRD, por sus siglás en inglés), en vigor desde enero de 2023. Es decir que tendrán que dar a conocer tanto las emisiones que genera la flota de vehículos corporativa para uso profesional como las de los desplazamientos que realizan los empleados para ir y regresar de casa al trabajo. Sin embargo, la norma que va a tener un impacto más directo en las compañías españolas es la nueva ley de movilidad sostenible, que tras un largo trámite parlamentario (tiene el visto bueno del Consejo de Ministros desde diciembre de 2022) por los vaivenes políticos, se prevé esté aprobada en el primer trimestre de 2025. Es uno de los requisitos que la Unión Europea exigió a España para poder disponer de los fondos Next Generation. Entre otras medidas, esta ley plantea un nuevo reto para las corporaciones con más de 500 trabajadores (o 250 por turno) ya que, en el plazo de 18 o 24 meses (según se apruebe finalmente), tendrán que contar con un plan de movilidad sostenible para que los empleados acudan y regresen del centro de trabajo. Y también para los visitantes, proveedores y cualquier otra persona que acceda a la sede empresarial. Afectará además una nueva figura que se recoge bajo el título «gran centro de actividad» y que está por definir. Pueden ser, por ejemplo, grandes centros logísticos o «polígonos industriales donde se concentran diferentes pymes, centros comerciales, centros universitarios... lugares donde se genera mayor intensidad en la movilidad», apunta May López, directora de Desarrollo en Empresas por la Movilidad Sostenible. Hacer que la movilidad de una empresa sea sostenible abarca un amplio espectro de soluciones. Desde impulsar el teletrabajo o instalar cargadores eléctricos para coches, o ofrecer servicios de alquiler de bicicletas y patinetes con parking habilitados en los propias sedes, hasta compartir vehículos entre empleados o autobuses entre empresas para trasladar a los trabajadores. O poner a disposición de las plantillas plataformas de movilidad como servicio (Maas), donde el usuario tienen en la palma de la mano todos los medios de transportes disponibles, horarios, duración de desplazamientos y formas de pago. Las empresas más adelantadas incluso ofrecen ayudas a sus empleados para adquirir vehículos eléctricos o para los gastos del transporte público o les incentivan económicamente por kilómetro recorrido en bici en sus desplazamientos al trabajo. Por ejemplo, esta es una medida que ya está instaurada en todas las empresas que operan en Bélgica. «La nueva ley establece por primera vez la movilidad como un derecho social. Es decir que cualquier persona debe tener opciones de movilidad. Ahora no todas las que hay son inclusivas y accesibles. Están focalizadas en las ciudades sin mirar el entorno interurbano y rural. Miramos a lo digital y hay una parte de la sociedad que queda excluida», explica May López. Y ese derecho es trascendental si tenemos en cuenta, como recuerda López, que «la movilidad es el termómetro económico de un país. Cómo de eficiente sea el transporte de mercancías y personas va a determinar desde el coste laboral al coste de un producto o un servicio que se ponga en el mercado. Además la movilidad impacta en la calidad del aire y las emisiones de CO2 nos fiscalizan. Por tanto, va a impactar también en nuestra calidad de vida», sostiene López. La movilidad es responsable del 30% del total de emisiones de gases de efecto invernadero que se generan en el planeta. Y las empresas son los centros neurálgicos donde se localizan gran parte de los desplazamientos cotidianos. Ir y venir del trabajo es a diario. Por eso, «una de las premisas de la ley es hacer entender que la movilidad, especialmente la forzosa o cotidiana, debe ordenarse del modo más eficiente posible (segura, sostenible, asequible…). Para ello es preciso la implicación no solo de los gobiernos de todo tipo de nivel sino también de las empresas, toda vez que son ellas las que se constituyen en el centro donde se producen los grandes desplazamientos de los ciudadanos. La ley pretende hacer notar a las empresas que esto es importante tanto para ellas como para sus trabajadores», considera Ramón Ledesma, asesor de la consultora Pons Mobility. Aunque algunas de las grandes empresas ya han empezado a implantar iniciativas de movilidad corporativa sostenible en sus sedes para los empleados, lo cierto es que España va con retraso s en la oferta y uso de este tipo soluciones con respecto a Europa, según un reciente estudio de la consultora Arval Mobility Observatory que realiza un radiografía de nuestros desplazamientos al trabajo. Sólo un 46% de las empresas ofrecen al menos un servicio de movilidad corporativa frente al 65% de las europeas. En nuestro país el vehículo privado sigue siendo el medio predominante para ir y venir del trabajo, también para los viajes de negocios. «Nos movemos mucho por carretera a pesar de tener una red ferroviaria extraordinaria y una buena cobertura con avión, incluso entre ciudades como Madrid y Barcelona y Madrid y Valencia», indica Omar Sánchez, responsable de Arval Mobility Observatory. Además, trabajamos en remoto menos que la media Europa. «Pero lo hacemos con más intensidad. Las empresas que ofrecen teletrabajo suele ser de dos o tres días a la semana, cuando en Europa es 1,5 días», concreta Sánchez. Y tenemos mucho menos extendido el uso de medios como la moto, la bicicleta y el patinete o nuevas formas de movilidad como el vehículo compartido ('carsharihg', 'carpooling'...). Así que cambiar nuestros hábitos de movilidad va a costar, aunque la sostenibilidad cada día esté más presente y se tiene más en cuenta, sobre todo las nuevas generaciones que se incorporan al mercado laboral (entre 25 y 30 años). «Además, los más jóvenes dan mucha importancia al teletrabajo y al tiempo que invierten en trasladarse a la oficina. El 67% de los empleados que cambia de trabajo considera muy importante la oferta de movilidad que le ofrece su empresa: facilidades de medios de transporte para desplazarse, ayudas para el transporte público...», dice Sánchez. Contar con un plan de movilidad corporativa sostenible, aunque cueste, ofrece ventajas para las empresas. «Acaba suponiendo una importante reducción de costes (energéticos, de eficiencia...). Poner encima de la mesa cómo se mueve el censo de trabajadores permite descubrir ineficacias y gastos que no eran visibles», señala Ledesma. «Las empresas reducen costes de absentismo, de rotación y contratación. Hoy día encontrar personal cualificado es difícil. Si no tienes medidas que faciliten el acceso al puesto de trabajo, una persona cualificada y formada por la empresa puede irse si no cuenta con una línea de autobús para ir a trabajar, por ejemplo. Y habrá que volver a seleccionar, contratar y formar a un nuevo empleado. Ese proceso es caro. La movilidad corporativa sostenible fideliza al empleado y las empresas reducen emisiones y están mejor preparadas ante situaciones eventuales como hemos vivido con la pandemia», asegura May López. La movilidad sostenible también genera ventajas para los trabajadores. «Contar con menos tiempo de desplazamiento es sinónimo de tiempo libre, de descanso, repercute en el estrés y en la conciliación de la vida. Genera mayor productividad. La satisfacción del empleado es mayor como vemos en multinacionales y grandes empresas que ya cuentan con medidas de este tipo. Esto tiene una reflexión. Creemos que la nueva ley será un catalizador para disponer de un catálogo de servicios de movilidad más eficiente y sostenible», cree Omán Sánchez. No existe una solución única sino un abanico de ellas que serán útiles según las circunstancias, la actividad y la ubicación de cada empresa. Ni se trata de arrinconar el coche privado (aunque es lo que parece), ni de electrificar todo el parque de vehículos. «Cambiar el motor de combustión por uno eléctrico no es ni con mucho el eje central de las políticas de movilidad», comenta Ramón Ledesma. Aunque hay soluciones que parecen más consensuadas de forma general como utilizar el transporte público en los desplazamientos al trabajo en las grandes ciudades, como sugiere. «O los ciudadanos se desplazan de este modo o la ciudad no podrá seguir cogiendo más vehículos privados. El truco está en la gestión y en la inversión en este tipo de transporte público», apunta Ledesma. La empresa de movilidad Arval es una de las que ya ha implementado un plan de movilidad sostenible. Cuenta con cerca de mil empleados en sus sedes de Madrid, Barcelona y San Sebastián. Sus soluciones se van extendiendo al resto del conglomerado empresarial al que pertenece: el grupo de inversión francés Grupo BNP Paribas, con 5.500 trabajadores en España. «Nuestra flota de vehículos para la actividad comercial es 100% eléctrica, ofrecemos un servicio de 'carsharihg' eléctrico para las visitas que realizan los empleados y una app donde pueden reservar bicicletas para sus desplazamientos a la oficina. Para los viajes de trabajo contamos con una plataforma de movilidad como servicio. Engloba taxi, VTC y en ella se pueden reservar plazas en diferentes parking de Madrid. Además teletrabajamos el 50% de nuestra jornada en casa y el resto en la oficina. Nuestro objetivo es facilitar la movilidad del empleado buscando la sostenibilidad y reducir nuestra huella de carbono», cuenta Omar Sánchez. Un autobús lanzadera gratuito es el servicio estrella que Sanitas presta para que sus 1.500 empleados vayan y regresen de sus oficinas centrales en la calle Ribera del Loira en Madrid. «Tenemos siete rutas con tres horarios por la mañana y tres por la tarde para recoger a los empleados. Y llegan a ciudades como Getafe, Alcorcón, Leganés y Fuenlabrada. Comenzaron a utilizarlo el 10% de la plantilla y el año pasado ya fue el 50%», se enorgullece Catherine Cummings, directora de RRII y Sostenibilidad y Bupa Europe&Latinoamérica de Sanitas. El servicio es compartido con otras empresas de la zona. «Después de la pandemia fue el momento para plantear un cambio. Antes dolía ver cómo venían los empleados individualmente en su coche a las oficinas. Eso generaba serios problemas de aparcamiento. Éramos conscientes de que la contaminación del aire era perjudicial para la salud de las personas. Así que tras la pandemia mantuvimos dos días de teletrabajo a la semana y lanzamos este servicio», recuerda Cummings. Hoy es una iniciativa que goza de una gran popularidad entre los trabajadores. «Tiene un coste para la empresa, pero ha mejorado la encuesta de clima interno de los empleados. El 'feedback' que nos llega es el de gente joven que no ha comprado coche y que les da la vida utilizar nuestra lanzadera en lugar del transporte público que tarda mucho más en el desplazamiento. La gente joven lo que más valora es el autobús por encima del seguro de salud, el gimnasio o el comedor. Ha resuelto el problema de saturación de parking que teníamos y nos evita al año 60 toneladas de CO2 que hubiéramos emitido si vienen en coche particular». Sanitas también proporciona un servicio de alquiler de bicicletas eléctricas gratuito para ir y regresar del trabajo. Y compró a Acciona un paquete de minutos de su servicio de alquiler de motos eléctricas ('motosharing'), disponible en siete ciudades. «Los empleados pagan una serie de minutos por el alquiler de las motos para ir a la oficina y le regalamos un 50% para que también puedan usarlas el fin de semana», apunta Cummings. En Barcelona Sanitas se ha inclinado por prestar un servicio de patinetes eléctricos. «Ha tenido muy buena acogida. Hemos instalado un parking con un cargador gratuito en el hospital más grande que tenemos en la Ciudad Condal. Y estamos analizando ampliar este servicio a otros centros y otras ciudades como Valencia y Sevilla donde sabemos que también se utiliza mucho este medio de transporte», dice Cummings. La gran inmobiliaria Merlin Properties apuesta por la movilidad colaborativa para sus trabajadores y los de las empresas alojadas en sus edificios. Tras realizar un diagnóstico y un estudio sobre la movilidad en sus edificaciones, puso en marcha un servicio de transporte colectivo que comunica los principales intercambiadores de Madrid, de tal forma que los empleados realizan la última milla hacia las oficinas en un autobús de la somici. «La cabecera de estas rutas están en puntos como Chamartín, Moncloa o Avenida América hacia nuestros edificios. Las rutas cuentan con una plataforma tecnológica que ayuda a optimizar el recorrido y donde los empleados pueden reservar su ruta con tiempo de antelación», cuenta Noemí Redondo, directora de la Oficina de Sostenibilidad y Movilidad de Merlin Properties. Además, la compañía ha desarrollado un sistema de 'carpooling', es decir compartir coche entre los empleados para ir y regresar de las oficinas. «Tenemos plazas de aparcamiento gratuitas reservadas para este servicio en nuestros edificios», dice Noemí Redondo. Y «fomentamos la micromovilidad -añade-. Tenemos parking inteligentes para bicicletas eléctricas, donde están custodiadas y tienen un punto de recarga. También contamos con aparcabicicletas convencionales y para patinetes. Y hemos instalado vestuarios en los edificios para que se puedan asear los usuarios de estos medios». Servicios de movilidad que ya están impresos en el ADN de los edificios de oficinas de esta compañía. «Al igual que los dotamos de pistas de pádel, comedores, gimnasios o guarderías, la movilidad es un servicio más del propio edificio. No lo consideramos un coste sino un atractivo que gestionar para el bienestar de las empresas y de sus propios trabajadores», considera Redondo. Nuevas soluciones para ir y regresar del trabajo que están acelerando la puesta en marcha de la movilidad corporativa sostenible del futuro.