Hay un tipo de sevillano altivo, generalmente tieso, bastante enterado, distante con los apellidos simples y lisonjero con los compuestos, monosilábico con los camareros y locuaz con los dueños, que está empeñado en ser gracioso con los que mandan y malaje con los que obedecen. Yo les llamo los Beefeater de Sevilla. No sólo porque sean los alabarderos al estilo londinense de una ciudad inexistente, sino porque ejercen esa custodia de la sevillanía con la copa balón como escudo. Son los guardianes de la naranja amarga. Los soldados de la mediocridad. Estos 'Yeomen Warders' que vigilan las joyas de la corona de Sevilla a salto de gintonic suelen repartir carnés de tipología hispalense: este es de intramuros, este de arrabal,...
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