La Reina Sofía ha asistido este viernes a la gala excepcional que ha reunido a todos los artistas de la Ópera Nacional de París. Músicos de la Orquesta, artistas del Coro y de la Academia, estrellas y bailarines del Ballet, alumnos de la Escuela de Ballet, así como artistas invitados, han celebrado el aniversario de este templo de las artes, la música y la danza, con motivo del 150 aniversario de la inauguración del Palacio Garnier. Con más de 350 años de historia, la Ópera de París es famosa por su programación de calidad y amplia, tanto en el Palacio Garnier como en la Ópera de la Bastilla, pero también por la arquitectura de sus dos teatros abiertos al público durante el día. Con más de 400 representaciones al año, la Ópera de París ofrece una programación de ballet, ópera y conciertos, así como una programación especialmente diseñada para el público más joven. La misión de la Ópera de París es poner obras del patrimonio operístico y coreográfico al alcance del mayor número posible de personas , promover la creación y la interpretación de obras contemporáneas y contribuir a la formación y el desarrollo profesional de cantantes y bailarines. Con casi 900.000 espectadores cada año , acoger a nuevos públicos sigue siendo el núcleo de la misión de la Ópera de París. Para ello, la institución desarrolla constantemente nuevos proyectos para compartir y comunicar mejor el gusto y el descubrimiento de la ópera y la danza. Diseñado por el arquitecto Charles Garnier en 1875, el Palacio Garnier alberga un prestigioso auditorio y varios espacios públicos (gran vestíbulo, rotonda de los abonados, salones), así como un museo-biblioteca y diferentes salas de ensayo y talleres. El auditorio, de estilo italiano, con su techo pintado en 1964 por Marc Chagall, puede acoger a 2.101 espectadores . Con cerca de 480.000 visitantes cada año, es uno de los monumentos más visitados de París. Está clasificado como monumento histórico desde 1923. La conexión de este edificio con la monarquía española se remonta precisamente al año 1875, cuando la Reina Isabel II, que estaba exiliada en París, asistió junto a su hijo, Alfonso XII, a la inaguración. Ese día pudo aplaudir la obertura de 'La Muette' de Portici, los dos primeros actos de 'La Juive' de Halévy y extractos de 'Guillaume Tell' y 'Les Huguenots'. Las crónicas narran que Isabel II ocupó el palco 20 y que entró en el descanso en el gran vestíbulo, un lugar habitualmente reservado a los hombres. Fue a partir de aquel momento cuando se permitió a las mujeres acceder a ese lugar.
