Luis de la Iglesia García es hermano mayor de las Cigarreras desde el pasado mes de octubre, cuando falleció José García Pastor. Desde entonces, ha afrontado el traslado de las imágenes titulares y la vida de hermandad a la parroquia de los Remedios por las obras del entorno de la antigua fábrica de Altadis, así como los preparativos para una histórica estación de penitencia desde la iglesia de los Terceros que, por otro lado, no será tarea sencilla por la logística y los apretados horarios del Jueves Santo y la Madrugada. El hermano mayor atiende a ABC para hablar de la situación actual de la corporación en este momento de apertura al barrio, así como de los pormenores de la próxima estación de penitencia , los retos inminentes de los cofrades de las Cigarreras y sus expectativas de futuro. ―Llegó al cargo tras una circunstancia trágica y con proyectos de gran calado por delante para la hermandad. ¿Cómo afrontó aquel momento? ―2024 ha sido un año muy complicado para la hermandad. Nadie está preparado para el fallecimiento de un hermano mayor en activo, aunque era de esperar dada la gravedad de la enfermedad de nuestro querido Pepe, y ya estaba prácticamente todo preparado para la sucesión. En los últimos meses, fui asumiendo responsabilidades propias de un hermano mayor, por lo que cuando tomé posesión ya llevaba un cierto recorrido al frente. Teníamos por delante muchísimos proyectos de gran envergadura, de los que se informó a los hermanos en cabildo extraordinario informativo en octubre, y había que actuar en consecuencia. Me tocó a mí, y lo asumí con mucha ilusión y un gran sentido de la responsabilidad, para el bien de la hermandad y para su futuro. ―La hermandad tiene desde hace un año su sede en propiedad tras la cesión de la capilla, algo que, igual que el traslado a la parroquia por las obras, es importante para asentarse definitivamente en Los Remedios tras más de medio siglo en el barrio. ―Correcto. A partir de ahora tenemos trabajo por delante con el reto que se nos ha presentado al tener que abandonar, aunque sea de forma temporal, nuestra sede canónica por primera vez en nuestra historia reciente, con el traslado a la parroquia de los Remedios. Pero es verdad que en toda esta etapa hemos estado mirando casi de espaldas al barrio por la barrera de la fábrica de tabacos, que impedía que los fieles, hermanos y vecinos en general pudieran entrar en la hermandad de forma continuada, cuando quisieran. En este sentido, ahora podemos aprovechar que estamos en la parroquia para ganar visibilidad, estamos en la mayor parroquia de Sevilla, con ocho misas los domingos y festivos. Todo el vecindario está encantado, nos han llegado numerosas felicitaciones sobre cómo han quedado los altares en el templo. Muchísimos vecinos que nunca habían entrado en la fábrica están conociendo las imágenes y, de hecho, tenemos ya encima de la mesa muchas solicitudes de nuevos hermanos que ni siquiera habían pisado la capilla. Este reto se tiene que convertir en una oportunidad y aprovecharla. Además, estamos en nuestra casa, no en el exilio, como nos ha dicho nuestro director espiritual y párroco, don Francisco Ortiz, que nos ha dado todo tipo de facilidades. ―¿Cómo se gestó el traslado por las obras del proyecto Vera Sevilla? ―Ha sido una transición tranquila. KKH, promotor del proyecto, ha sido en todo momento colaborador con la hermandad de las Cigarreras para que el traslado se hiciera respetando nuestros cultos y necesidades particulares. Yo personalmente pedí a KKH que celebráramos íntegramente, si fuera posible, los cultos de noviembre, y así lo hicimos. En cuanto terminó el besamanos del Señor, procedimos a trasladar las imágenes dada la imposibilidad de seguir celebrando las eucaristías en la capilla. Y ya cuando comenzó la reurbanización de la calle Juan Sebastián Elcano y se hizo impracticable el acceso a las dependencias, decidimos llevar la mayordomía y la secretaría a uno de los salones parroquiales. ―Cuando las obras terminen, la idea de la hermandad es continuar en esa dinámica de integración en el barrio al dinamizarse y abrirse todo el entorno de la fábrica de tabacos a la ciudadanía. ―Sí. El propio proyecto lo hace posible, todo lo contrario a lo que había antes. Vera pretende recuperar toda esa zona tanto para el barrio como para la ciudad de Sevilla sin barrera arquitectónica ninguna. Por tanto, entendemos que tenemos por delante una proyección de crecimiento muy grande que debemos seguir aprovechando. Aunque debemos vigilar que durante todo este tiempo que estemos fuera siga habiendo cohesión y participación de los hermanos, no dispersión de los mismos. ―Este año, la hermandad de las Cigarreras saldrá el Jueves Santo desde la iglesia de los Terceros. ¿Cómo se decidió hacer estación de penitencia desde allí? ―Cuando supimos definitivamente que no podíamos salir del barrio de Los Remedios, que habría sido lo ideal, al no haber ninguna iglesia preparada para realizar estación de penitencia dada la altura de sus puertas, empezamos a barajar hasta trece templos. Pusimos una serie de criterios encima de la mesa, y el que tenía más puntos a favor era los Terceros, que fue el seleccionado. Uno de los motivos principales es que tenemos una capilla en propiedad allí, que casualmente la hemos terminado de remodelar y poner en valor este año, ya que estaba completamente cerrada. Los hermanos están muy contentos y se percibe la ilusión por los comentarios que nos están llegando. Paralelamente, se está dando una gran demanda de túnicas, lo que entendemos como respaldo de los hermanos a la decisión. ―¿Esa capilla propia se empleará para albergar enseres, cirios u otros elementos de este tipo durante la Semana Santa? ―No exactamente. La aprovecharemos para cereros y cruceros. El altar de insignias se instalará en el altar sacramental, algo que ya está establecido por la hermandad de la Cena, a la que quiero agradecer enormemente su disponibilidad y todas las facilidades que nos está dando para salir desde su templo. Hay una perfecta convivencia y armonía con la hermandad. De hecho, ya están cerradas todas las fechas de traslados, montajes, retranqueos, etc., y vamos a celebrar juntos la misa preparatoria de la estación de penitencia el Viernes de Dolores. ―El recorrido es insólito, ya que varía por completo tanto a la ida como a la vuelta, y dejará estampas históricas como el paso por el actual Rectorado de la Universidad de Sevilla, que fue sede de la hermandad durante sesenta años. ―El recorrido es el mejor que hemos podido conseguir después de muchísimas reuniones y trabajo con el resto de las hermandades del Jueves Santo y con el Consejo de Cofradías. Al principio habíamos establecido hacer la vuelta por la calle Francos, pero nos encontramos con una línea roja por parte del Consejo: era imposible que fuéramos cuatro cofradías seguidas por ahí, no querían el trenecito pese a que argumentamos que era perfectamente factible. Una vez asumida la imposibilidad de realizar ese itinerario, que habría sido el más natural, ha habido una gran colaboración y coordinación con el Consejo. Se han puesto sobre la mesa distintas opciones con el apoyo de todas las hermandades del Jueves Santo hasta llegar a la mejor solución posible, que es la que está ya aprobada. En ese sentido, a la vuelta vamos a pasar por sitios históricos en los que la hermandad ha tenido su sede canónica: el Rectorado, antigua fábrica de tabacos, la parroquia de San Pedro y, por supuesto, la entrada en los Terceros, donde estuvimos más de dos siglos. ―¿Cómo se contemplan los posibles cruces con los Caballos, cuyo templo es vecino de los Terceros, y el ritmo para el itinerario de vuelta, un kilómetro más largo de lo habitual? ―El ritmo que va a llevar la cofradía es el habitual de la hermandad de las Cigarreras. No va a haber gran diferencia respecto a los Jueves Santos anteriores. Es verdad que llevaremos un ritmo elevado, como al que estamos acostumbrados por las grandes avenidas y calles amplias, de forma que el ritmo normal de la ida por la calle Asunción es el que llevaremos por San Fernando y los Jardines de Murillo. Aminoraremos el compás cuando el recorrido de vuelta empiece a estrecharse a partir de la calle San José. La estrechez de las calles nos obligará a ir a un ritmo mucho menor en una parte que creo que va a ser la más bonita del recorrido, por Boteros, Sales y Ferré..., y volveremos a recuperar algo de ritmo cuando lleguemos a San Pedro y Doña María Coronel, una calle mucho más recta. Pero insisto en que será un ritmo adecuado, al que estamos acostumbrados, y para nada maratoniano. Respecto a lo primero, la Exaltación tiene en la Alfalfa un margen de veinte minutos por delante de nosotros, por lo que no nos cruzaremos. Además, se ha establecido que, cuando entre el palio de las Lágrimas en Santa Catalina, nuestro cuerpo de nazarenos podrá ir cruzando por la plaza de los Terceros sin problema. ―Sobre el regreso y la hora de entrada, ¿cómo es la coordinación con la familia Villanueva y la banda de música de la hermandad, que también tienen compromisos en la Madrugada? ―Nuestro compromiso siempre ha sido respetar la estructura del día sin tener que hacer grandes modificaciones. De hecho, seguimos siendo los terceros en el orden de la jornada, y establecimos en los horarios siempre la entrada en torno a las doce de la noche. Primero, porque no nos queremos meter en la Madrugada con las complicaciones que ello conllevaría; y segundo, por respetar los compromisos de los capataces con la hermandad del Gran Poder y de la banda de música con la Esperanza de Triana. Y se ha conseguido. Está todo milimétricamente cerrado. Todos estos retos son un peaje que hay que pagar por un futuro muy prometedor.
