El escritor quiere hacer una película. Tal vez porque sabe que es un escritor irrelevante, sueña con volverse relevante escribiendo y produciendo una película. El sueño que lo persigue no es reciente. Cuando escribió su primera novela hace más de treinta años, imaginó que sería una película. No se equivocó. Gracias a que ese libro fue un éxito, vendió los derechos cinematográficos a un renombrado productor español que llegó a su apartamento en la isla conduciendo un auto blanco, descapotable, vistiendo una holgada camisa de flores, pues era rollizo, y fumando un habano. El productor abrió un maletín, sacó unos fajos de dólares, los entregó al escritor y compró la historia. Años después, la novela se transfiguró en película. Tuvo...
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