Todo acababa siempre en el Candela . Calle Olmo esquina con calle Olivar. Pocas entrevistas de ABC a un guitarrista, cantaor o bailaor no pasaban por el pequeño bar de Lavapiés, en Madrid. Cuando recibió el Premio Princesa de Asturias a las Artes, Carmen Linares recordaba el «millón de veces» que escuchó cantar en su pequeña cueva del sótano a su compadre Enrique Morente : «Miguel, el dueño, nos intentaba echar a las 7 de la mañana al grito de '¡vendo pijamas!' o '¡venga, que nada es eterno!', pero no había manera». «Había una afición enorme. Se podían ver allí hasta veinte estuches en el suelo. ¡Menudas fiestas, era un disparate!», comentaba Rafael Riqueni sobre la época en la que...
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