Un equipo de investigadores de la Universidad de Pittsburgh ha desarrollado un innovador método para cultivar células T en laboratorio, permitiéndoles vivir más tiempo y destruir con mayor eficacia las células cancerosas en un modelo de ratón con melanoma. Los hallazgos, publicados en ' Cell Metabolism ', podrían mejorar significativamente las terapias inmunológicas contra el cáncer. «El método tradicional para cultivar células T en laboratorio es extremadamente ineficiente», explica Greg Delgoffe, director del Centro de Microambiente Tumoral en el UPMC Hillman Cancer Center . «Producimos millones de células T e infundimos estas al paciente, pero la mayoría muere rápidamente. Nuestra investigación busca nuevas formas de fabricar células T que vivan más tiempo, con el objetivo de hacer que estas terapias sean más efectivas». La terapia celular implica extraer células inmunitarias del paciente, expandirlas en laboratorio y reintroducirlas en el cuerpo para combatir enfermedades. Entre estas terapias destacan las células T con receptor quimérico de antígeno (CAR-T), diseñadas para atacar mejor el cáncer, y la terapia de linfocitos infiltrantes de tumores (TIL), que utiliza células T naturales capaces de combatir tumores. Sin embargo, según Andrew Frisch, autor principal del estudio, el método actual para cultivar estas células no las prepara adecuadamente para sobrevivir en el cuerpo. «El medio de cultivo tradicional tiene un alto contenido de glucosa, lo que genera una 'adicción' de las células T a este azúcar. Una vez infundidas en el paciente, tienen dificultades para usar otras fuentes de energía y la mayoría muere rápidamente». Para abordar este problema, el equipo de Delgoffe añadió un compuesto llamado dicloroacetato (DCA) al medio de cultivo estándar. Este compuesto modifica el metabolismo de las células T, haciéndolas menos dependientes de la glucosa y más aptas para utilizar otras fuentes de energía presentes en el torrente sanguíneo. Los resultados mostraron que en ratones tratados con células T cultivadas con DCA, estas sobrevivieron mucho más tiempo. Casi un año después, más del 5% de las células T asesinas transferidas seguían circulando en el organismo. Por contra, las células T cultivadas sin DCA eran casi indetectables semanas después de la infusión. En animales con melanoma, las células T tratadas con DCA lograron un mejor control del tumor y mayor supervivencia . Además, ofrecieron protección a largo plazo, ya que los ratones fueron capaces de rechazar un segundo desafío con células de melanoma. «Al limitar el acceso a ciertos 'alimentos', logramos que las células T metabolizaran fuentes de energía que normalmente utilizan en el cuerpo, en lugar de depender del azúcar que les damos en el laboratorio -explica Delgoffe-. Si podemos alimentar correctamente a estas células T en el laboratorio, estarán mejor preparadas para responder a las señales en el cuerpo y vivir mucho más tiempo. En esencia, podríamos tener un soldado en guardia para siempre». El objetivo final, agrega Delgoffe, es lograr que las terapias celulares contra el cáncer ofrezcan protección de por vida, similar a la inmunidad duradera que brinda una vacuna.