Los familiares de las tres personas que siguen desaparecidas tras la catastrófica dana que arrasó la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre pueden solicitar desde este miércoles, en los juzgados, la declaración de fallecimiento o muerte presunta de sus allegados. Un documento jurídico que, pese a que no mitigara el dolor de no saber nada de ellos, les sacará del limbo legal en el que se sitúan desde la barrancada. Con José Javier Vicent, Francisco Ruiz y Elisabet Gil, la cifra de muertos por la tragedia se elevará a 227, a los que hay que sumar los de Letur (6), Mira (1) y Málaga (1). El artículo 193 del Código Civil estipula que, en caso de no aparecer los cuerpos de las víctimas de un siniestro como este, procede declararles fallecidos en un periodo de tres meses, que se cumple este 29 de enero . Con esta presunción de su muerte podrán abrirse los testamentos y se agilizará toda la burocracia asociada a un deceso. La familia de Elisabet ya tiene preparados los papeles para empezar los trámites. «Ahora sus dos hijos, de 4 y 19 años, serán declarados huérfanos. Sólo buscamos que la ley les ampare», señala a ABC Ernesto Martínez, tío de la desaparecida. Mientras la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) no cesan la búsqueda de sus parientes, las esposas de Francisco y José Javier también podrán acceder a una pensión de viudedad. La comunicación con los efectivos desplegados en un área de 500 kilómetros cuadrados es constante. Algunas zonas se han peinado hasta tres veces. A Elisabet, de 38 años, la siguen buscando en el barranco de Poyo, en las inmediaciones del polígono de Loriguilla y en término municipal de Quart de Poblet. Se dirigía junto a su madre, hermana de Ernesto, a su puesto de trabajo en el Hotel La Carreta, ubicado en la A-3. No fueron las únicas a las que el agua sorprendió por carreteras secundarias entre Cheste y Chiva. El cuerpo de Elvira apareció el 10 de noviembre a varios kilómetros. «Por los vídeos que nos mandaron, creo que Elisabet no se quitó el cinturón y sigue dentro del coche. Estoy convencido de que el día que hallen el coche, la encontraran a ella », sostiene su tío. Mientras, en los márgenes del río Magro y del Júcar entre Montserrat y Cullera tratan de localizar a Francisco (64 años), a quien se perdió la pista en un polígono del primer municipio. Antes de ser arrastrado por la corriente, pudo salvar a sus nietos subiéndolos al techo del coche. Durante los rastreos, se encontró una gorra y un zapato suyo. En paralelo, los agentes siguen buscando a José Javier (56 años) en el cauce del Turia, a su paso por Pedralba. En una casa de campo cercana al barranco de la localidad se encontraba con su hija, cuyo cuerpo sin vida apareció dos días después de la riada en una playa de Sueca, a más de 60 kilómetros. Precisamente, por ello, a los puntos iniciales se suman también el Parque Natural de la Albufera y la zona de costa entre Pinedo y Cullera. Drones, buzos, perros adiestrados y especialistas en rescates de montaña buscan por tierra, mar y aire a los desaparecidos, en uno de los mayores operativos realizados en España. Los efectivos se apoyan en los vídeos, los testimonios de los familiares, la última geolocalización de sus móviles y la trayectoria que siguió el agua para intentar dar con ellos. El trabajo no ha dado resultados desde mediados de diciembre, cuando se encontró a un hombre también desaparecido en Paiporta. Las familias de las víctimas saben que la búsqueda es difícil, pero no quieren que se les olvide. Expertos consultados por este periódico inciden en que los rituales de despedida, se halle o no el cuerpo, son clave para que los seres queridos afronten la perdida. «Preferimos encontrarlos dentro de un año a no encontrarlos nunca. Necesitamos cumplir sus últimas voluntades, que puedan descansar y p asar nosotros a la fase de duelo », cuenta Ernesto. Este trabajador de la ONCE explica que está recibiendo asistencia psicológica por parte de la propia corporación y del Ayuntamiento de Cheste, la localidad en la que reside. «La delegada del Gobierno y los responsables de la Guardia Civil estuvieron dos horas en mi casa atendiéndome», comenta sobre el trato recibido por parte de las instituciones. El único reproche lo dirige hacia la Generalitat Valenciana: «Aún estoy esperando a que alguien descuelgue el teléfono y diga: «Lo siento, te acompaño en el sentimiento»». Al respecto, el Ejecutivo autonómico aseguró este martes que tiene previsto reunirse con las víctimas de la dana, un encuentro para el que todavía no hay fecha.
