Si a usted le gusta las películas del oeste, seguro que recuerda a la perfección un personaje muy secundario pero recurrente, que solía aparecer en escenas de transición; esas que aportan contexto al relato que se quiere contar. Hablamos de ese charlatán con sombrero y traje decoroso, que escondía en realidad unos bolsillos vacíos, de labia fácil y muy entrenada, que ofrecía a un público normalmente crédulo y bastante analfabeto ungüentos de todo tipo para combatir la calvicie. Un vendedor de crecepelos y de otros muchos remedios traídos supuestamente desde lejanas tierras que entretenía a los vecinos por cada pueblo que pasaba. La eficacia de sus pócimas era inexistente, pero el público acababa entretenido y el falso curandero siempre arañaba...
Ver Más