La vida suele dar segundas oportunidades. Desde luego, es un patrón que se repite en un deporte como las artes marciales mixtas (MMA), donde son habituales las historias de redención, de superación. La que nos atañe, sin duda que lo es. Hablamos de Sean Strickland, el luchador que este sábado tratará de arrebatarle el cinturón del peso medio de la UFC a Dricus Du Plessis, en el combate estelar del UFC 312, que se celebra en Sídney, Australia, y donde debutará Aleksandre Topuria en la mayor liga de esta disciplina. Pero, para llegar hasta aquí, Strickland tuvo que pasar penurias, adicciones, y vivir de primera mano una familia desestructurada y radicalizada. El peleador apodado como Tarzán creció en la localidad de Corona, en el estadio de California, en un hogar donde las peleas eran el pan de cada día. «Las Navidades en casa eran perfectas , durante la hora que tardaban en emborracharse y empezar a discutir y pelear entre ellos », recordaba Strickland en alguna ocasión. Los constantes abusos por parte de sus progenitores le empujaron a acercarse a su abuelo, que no era mucho mejor, más bien un supremacista blanco radicalizado al máximo. «Mi abuelo era como un gran pedazo de mierda. Cuando eres un niño, no ves eso, la adoración a los héroes. Él simplemente me llenó la cabeza con cosas locas. Era realmente racista, así que gravité hacia eso . Me sentía tan bien odiando a alguien, pero eso arruinó mi vida», ha señalado el luchador californiano varias veces. Iracundo por las circunstancias en las que se estaba criando, Strickland comenzó a desarrollar una personalidad agresiva, de cabreo con el mundo, y empezó a meterse en líos en todas las escuelas a las que iba, siendo expulsado por ello. Sin encontrar una salida a todo esto, decidió introducirse en las artes marciales mixtas a los 14 años, algo que, a la postre, sería la salvación de su vida . Solo dos años más tarde, con 16, debutó en categoría profesional, con una victoria por sumisión. Su carrera comenzó a despegar y los triunfos deportivos se sucedían, pero eso no le quitaba la parte tóxica que ya había recibido de su abuelo . «Pasé por una extraña fase neonazi y supremacista blanca cuando era más joven y me echaron de la escuela por delitos de odio. Siempre estaba enfadado y tenía muchas influencias jodidas en mi vida, así que me sentía bien odiando algo. Caminaba por la calle con un cuchillo o una piedra con la esperanza matar a alguien », llegó a confesar, psicopáticamente, el luchador estadounidense. Pero nada más lejos de la realidad. El deporte comenzó a centrarle (al menos un poco) y se dio cuenta de que ese no era el camino. «Estás en séptimo grado hablando de nazis y ni siquiera sabes qué diablos significa eso. Pero lo escuchas de alguien a quien admiras y esa identidad me consumió. Luego te das cuenta de que cuando eres racista no avanzas en la vida», ha relatado Strickland. Poco a poco, este Tarzán particular fue creciendo a nivel personal, pero más aún deportivo. Logró 13 victorias consecutivas sin conocer la derrota, hasta que fue firmado por la UFC en marzo de 2014. Ya dentro de la élite de las artes marciales mixtas, continuó sumando triunfos, aunque también alguna derrota, avanzando hasta lograr posicionarse como un nombre importante dentro de la división de peso medio. Así se pasó prácticamente una década, encadenando victorias y afrontando alguna que otra derrota, hasta que llegaría el momento más importante de su trayectoria deportiva: la pelea contra Israel Adesanya en septiembre de 2023. Contra todo pronóstico, Strickland le arrebató el título de peso medio, convirtiéndose en campeón de la UFC . El luchador californiano se postuló ya como una estrella deportiva. Él mismo ha reconocido, a su manera, la importancia que ha tenido la promotora estadounidense en su vida. «Si no estuviera en UFC, probablemente estaría cocinando metanfetamina en un tráiler», declaró en su día. Lo cierto es que, en su siguiente pelea, llegó un nuevo tropiezo, muy ajustado eso sí, contra Dricus Du Plessis, quien le quitó el cinturón del peso medio en una decisión dividida de los jueces, a principios del año pasado. Sin desistir, regresó a la senda de la victoria ante Paulo Costa en junio de 2024, lo que le permitió adoptar, de nuevo, la posición de retador al título. Este sábado, tendrá la oportunidad de capturar el cinturón y tomarse su revancha particular ante Du Plessis, una pelea que ha levantado mucha expectación y que le dará la oportunidad, una vez más, de tener una redención en su vida .