Hacer ejercicio, lejos de ser una actividad lúdica, supone para muchas personas una tarea diaria más que estresa en exceso nuestra agenda. Las obligaciones laborales, familiares y sociales ya ocupan demasiado tiempo y lo habitual es que a estas parcelas de nuestra vida no podamos decir que no, algo que es la exclusa perfecta para dejar de cuidarnos ya que, no nos engañemos, es fácil percibir como un acto egoísta el decir que no a otras cosas para disponer de una hora u hora y media para ti y tu gimnasio. Son muchas las ocasiones en las que nos decimos que esta semana vamos a empezar en el gimnasio, o que hoy cuando llegues a casa saldrás a correr un rato, pero llega el momento y no lo hacemos. Te proponemos estos seis pasos para conseguir que el ejercicio esté entre tus prioridades diarias: Entiéndelo como una reunión, o un compromiso social, o lo que más te guste, pero hay unas horas y unos días en los que debes reservar un espacio para el ejercicio. Piensa en la cantidad de gente que conoces que tiene en sus agendas determinados huecos que no mueve y que todo el mundo sabe que están ocupados: una clase de inglés, una actividad extraescolar de un hijo al que hay que ir a recoger, un curso de cocina, o una cita con el fisio… Cada cual tenemos nuestra vida y nuestros compromisos. Si tres días a la semana tienes 'clase de boxeo', pues intenta ser firme con ello, y que nadie de por hecho que lo anulas simplemente porque te surja una alternativa tan poderosa como un 'oye, vente a tomar unas cañas'. Independientemente de lo efectiva que sea una disciplina en concreto, puede que no la encuentres agradable. Si la experiencia es mala, o abandonarás o cambiarás sin rumbo de una cosa a otra. Busca una actividad que te genere una alta adherencia. Por supuesto, encontrar a compañeros de viaje que entrenen contigo y a un ritmo similar, te hará más sencillo conseguir tu propósito. Determinación no es lo mismo que ansia. Reventar tu cuerpo el primer día que llegas al gimnasio es una de las grandes maneras de dejarlo bastante rápido. Pasarás dos o tres días sin poder moverte, si superas la prueba y cometes el mismo error una semana después, pues otra vez lo mismo. Acabarás asociando el hacer ejercicio a sentirte como si te han dado una paliza y sin conseguir casi resultados. Es importante establecer metas realistas y razonables que sepas que puedes lograr. Fácil y realista no es lo mismo que conformista e insuficiente, no vale con que digas que el sábado por la mañana irás a comprar el pan andando. Pasar 45 minutos constantes en la elíptica puede resultar aburrido, más si lo haces todos los días. Prueba alguna clase colectiva, levanta pesas, corre al aire libre, monta en bici, juega a algún deporte, sal a hacer una ruta de montaña. Si mantienes cierta emoción en tus horas de ejercicio físico, probablemente nunca querrás parar. No se trata de comprar media pastelería el domingo. Concédete ciertos incentivos, piensa lo que te has ahorrado en helados o en tabaco y reinviértelo pagándote un mes de entrenador personal, o cómprate ese modelo de zapatillas que te va a ir de maravilla, o una camiseta que además de ser ligera, te siente bien. Si el ejercicio solo se asocia a sufrir y renunciar, vamos mal. Poco es mejor que nada. Vas a tener malas rachas y seguro que llega una semana o dos en las que no has podido ir a tu clase de lo que sea que hayas apuntado. No importa la circunstancia, un estilo de vida saludable es para siempre, no es algo que sucede durante un año y luego se disipa. Si estás tomando el control de tu propio cuerpo y tu salud, mantente firme. Al final no importa qué ha ocurrido en la última semana, lo importante es qué ha ocurrido a lo largo de los últimos meses.