Los inicios del siglo XVI despedían aroma a sal marina y transpiraban la gallardía de los grandes exploradores. El Nuevo Mundo estaba por descubrir y, por la sangre de don Nicolás de Ovando, gobernador de Santo Domingo, corría cual veneno ese ansia de conocimiento. Tanto, como para ordenar a uno de sus mejores capitanes, Sebastián de Ocampo, realizar el bojeo de Cuba, «esa isla más al oeste de la que tantas maravillas hablan». Se asume que fue este marinero quien puso en el mapa el «mar oculto» que hoy baña las costas de tres países diferentes. Y también se asume que fue su hallazgo el que impulsó años después a aventureros de la talla de Hernán Cortés a usarlo como...
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