No podemos concebir el universo conocido sin las óperas de Puccini, como no podríamos imaginarlo sin las películas de Spielberg. Más allá de las afinidades electivas y los gustos personales sus obras alimentan nuestro imaginario colectivo, conforman nuestro mundo. La comparación con el director americano no es baladí, ambos han sufrido la «maldición» de conmover al público, a las inmensas mayorías, antes que a los ¿felices? escogidos. No hay día del año en que no se represente en algún lugar del globo una producción de 'La bohème' y el número de funciones anuales de sus doce óperas canónicas se escribe con cifras de millar. Y, sin embargo, a los pocos más de 75 años de su muerte, aún su obra...
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