El antiguo Salón de Sesiones del Senado se llenó de toreros, ganaderos y aficionados a la Fiesta para celebrar el premio Nacional de Tauromaquia, que el ministro Urtasun suprimió en mayo del año pasado y que, a juzgar por lo visto, sale más reforzado que nunca. A todos los taurinos –profesionales, aficionados y políticos que han impulsado la celebración de este nuevo viejo galardón– les puso voz el diestro Roca Rey con una afirmación que todos aplaudieron: «Al ministro de Cultura, al señor Urtasun, le digo que aquí estamos». Hubo quien se quedó con las ganas de sacar los pañuelos blancos, seguro. «La tauromaquia no necesita su permiso porque sigue adelante con la fuerza de quien la defiende y de quien llena las plazas. La cultura no se impone desde el despacho, se mantiene viva en la sociedad. Y la tauromaquia, como hoy se demuestra, sigue ocupando su lugar», añadió para rematar la faena. La concesión del premio ex aequo al cineasta Albert Serra y a la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia (RUCTL), un acto celebrado en la Cámara Alta, fue el broche final del más mediático de todos los galardones que se han venido concediendo desde el año 2013. El ministro Urtasun, con supresión unilateral del galardón, ha provocado una respuesta unísona del mundo de la tauromaquia: una reivindicación de «la cultural en libertad frente a la triste censura de algunos». Lo dijo Victorino Martín , presidente de la Fundación Toro de Lidia, la entidad que ha impulsado el premio Nacional junto a la cámara de representación territorial y nueve comunidades autónomas, ocho gobernadas por el PP y una, Castilla-La Mancha, por el PSOE. «Porque la tauromaquia –reivindicó Victorino Martín– es la expresión de cultura popular por excelencia de España desde hace cientos de años, cultura popular que nos une y cultura popular que impregna al resto de disciplinas artísticas». La intervención más esperada de todas era la de Albert Serra, el autor de la película documental 'Tardes de soledad', centrada en la figura de Roca Rey. Y no defraudó. El cineasta defendió que el artista tiene la obligación de ir a la contra, también con los toros. «No era una cosa evidente esta película. Cuando me sacudió la idea de hacerla, mucha gente, del mundo del cine de autor o vanguardia, me decía que por qué lo hacía. Que tenía mucho que perder y nada que ganar. Que a la gente no le iba a gustar –comentó Serra–. ¿Pues por qué no? Los artistas tienen la obligación de hacer siempre lo contrario a lo que se espera de ellos. Y aquí tuve una curiosidad genuina. Si tuviera ideas preconcebidas, escribiría un libro. Si utilizo una cámara y utilizo el cine es porque el cine va a descubrir o revelar cosas que nos pueden ver de ninguna otra manera». Serra está convencido de que su película, que ganó la Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, abrirá los ojos a mucha gente. Le pasó en Nueva York, cuando al final de la presentación de la película se le acercó una mujer vegana y muy concienciada con el mundo de los animales. «Me dijo que la película le había encantado, que le había cambiado todas las ideas. Me dijo: 'Usted me ha corrompido'. Creo que es una buena metáfora de lo que es el poder del cine, que nos permite ver realidades que estaban ocultas, que nunca pensábamos que existieran e, incluso, nos puede hacer cambiar nuestra visión, hasta el punto de que cosas que a lo mejor no nos parecía que pudiéramos necesitar, las acabamos amando después de ver la película». Serra afirmó que 'Tardes de soledad' está consiguiendo que mucha gente se sorprenda: «Nadie pensaba que la tauromaquia tuviera esta profundidad, que la película refleja en toda su verdad y en todo su esplendor». El cineasta les dijo a los asistentes que espera que la película «sirva para hacer un beneficio también a la tauromaquia». La otra cara del premio, la de los ganaderos que trabajan día tras día desde hace décadas para mantener viva la Fiesta, la puso Antonio Bañuelos, presidente de la RUCTL. «Esta es la asociación ganadera más antigua de España. Lleva más de un siglo trabajando en defensa de los ganaderos y del toro bravo como elemento fundamental de nuestra cultura y de nuestro patrimonio ganadero», señaló. «Este premio simboliza el esfuerzo, la ilusión, el miedo, los sueños y la alegría de todos los creadores que llevan siglos conservando la raza autóctona más importante de nuestro país. Igual que un artista, un escritor, un poeta, un cantante o un cineasta, el ganadero del toro bravo es un artista, con mayúsculas. Su arte reside en la creación de la bravura, una cualidad única que va en contra de la naturaleza del animal. No debemos olvidar que instintivamente cualquier animal ante el peligro opta por huir. Sin embargo, el toro bravo es la excepción. No huye, embiste. Esta evolución es el resultado de siglos de evolución». Entre el público había una nutrida presencia de profesionales de la tauromaquia. Entre los toreros, destacaron figuras como las de Cayetano, Ortega Cano, Curro Vázquez, El Fundi, Emilio de Justo, Tomás Rufo, David Galván, Fernando Robleño o Burdiel. También asistieron ganaderos como Juan Pedro Domecq, Santiago de León y Domecq y Ricardo del Río. «Este galardón vuelve a ocupar el lugar que nunca debió perder», dijo en nombre de todos ellos el peruano Roca Rey. El protagonista de ‘Tardes de soledad’ celebró que la película de Serra ha abierto una «nueva mirada» sobre la Fiesta: «Si con mi participación en ella hemos ayudado a que la tauromaquia sea vista y premiada, entonces ya hemos conseguido otro premio. Hoy, más allá de los premios, lo que importa es la tauromaquia, y la tauromaquia ha ganado». En el plan institucional, fue María Guardiola la única presidenta autonómica que acudió al acto. La dirigente extremeña tomó el relevo a Isabel Díaz-Ayuso y a Emiliano García-Page , que ya presidieron la presentación del premio y el acto en el que se anunciaron los ganadores. Con ella, había representantes de las regiones de Madrid, Murcia y la Comunidad Valenciana. «El Senado, con numerosos gobiernos autonómicos, decidieron poner en valor lo que era de justicia y mantener este premio», celebró Pedro Rollán , presidente de la Cámara Alta. «La tauromaquia es tradición, es un legado que ha pasado de generación en generación y muchos han intentado acabar con ella, pero no lo han conseguido. El mundo de la tauromaquia mantiene la fuerza y la vitalidad que le permite mantenerse, fortalecerse y sobrevivir a lo largo del tiempo», señaló. Rollán recordó que la ley y la Constitución obliga a los poderes públicos a respetar y promocionar los toros: «Desde ya podemos empezar a trabajar en la siguiente edición».
