La localidad vallisoletana de Portillo llegó a tener a mediados de los cincuenta del siglo pasado medio centenar de talleres de alfarería en los que «trabajaban no menos de seis u ocho personas en cada uno». Hoy, en este municipio enclavado en la llanura castellana y que nutría su principal economía del barro extraído en su entorno apenas quedan cinco negocios vinculados a este trabajo artesanal. «Tal y como conocemos el oficio, va a desaparecer en muy pocos años; cinco, seis... como máximo le doy ocho», comenta resignado Chusma, quinta generación de 'El obrador del alfarero' . Es uno de los artesanos que desde 2020 está implicado en 'Re_hacer', el proyecto del colectivo Néxodos para favorecer el relevo generacional de...
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