«En medio de la lluvia de golpes tuve un momento, sólo uno, en el que me vino a la cabeza que ya nunca más iba a ver a mi familia . Entonces me tiré al suelo y pensé: 'Ya está. Que me maten'. Fueron unas décimas de segundo, me levanté y seguí moviéndome de un lado para otro, no de forma planificada, sino simplemente por si en otro lugar me dejaban de pegar. Deseaba que todo acabase. Y en esas aparece un hombre, más o menos de mi edad (37 años entonces), bien vestido con una túnica azul petróleo y con el aspecto de ser un jefe local. Se abrió paso hasta donde estaba y me dio un beso en...
Ver Más