Dólar barato o impuestos caros: el debate del verano, de la devaluación a la recesión
El valor del tipo de cambio, tras advertencias de que el dólar está hasta un 20% atrasado, en medio de un boom de viajes de argentinos al exterior para las vacaciones, se convirtió en el "tema del verano" en clave económica. El Gobierno niega que el dólar esté barato y apunta a mejorar la competitividad por parte de otros costos, como trámites e impuestos.
Esa postura suma adherentes, mientras que algunos economistas -como Domingo Cavallo y Orlando J. Ferreres- advierten que el atraso del tipo de cambio puede profundizar la recesión. Del otro lado, quienes rechazan una devaluación, en tanto, alertan que puede recalentar la inflación por el ciclo de ajuste tipo de cambio, precios, servicios y salarios.
"En Argentina, el debate sobre si el dólar está barato debe cambiar de enfoque", planteó la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayorista (Cadam). "Más allá del tipo de cambio, el problema principal radica en la carga impositiva que enfrentan los consumidores. Desde la salida de fábrica hasta la venta al consumidor final, los impuestos en cascada representan casi el 49% del precio de los productos.
El peso de los impuestos
Según detallaron los mayoristas, a la salida de fábrica, un producto enfrenta 21% de IVA, 1,5% de ingresos brutos, 1,2% de tasa de seguridad e higiene y 1,2% de impuesto al cheque.
En la cadena mayorista se aplica 5,5% de ingresos brutos, 1,2% de impuesto al cheque y tasa de seguridad e higiene (según el municipio). En la etapa minorista se suma otro 1,2% de impuesto al cheque, tasas municipales de seguridad e higiene (hasta un 6%) y "5,5% de ingresos brutos nuevamente".
"En total, de cada $1.000, $490 son impuestos. Este peso impositivo no solo encarece los productos, sino que también afecta la competitividad del país frente a sus vecinos, quienes tienen una carga fiscal significativamente menor", indicaron los mayoristas.
El atraso cambiario
El ex ministro de Economía Domingo Cavallo alertó sobre el atraso cambiario y luego más voces se sumaron para advertir sobre una apreciación exagerada del peso.
"Existe una apreciación real exagerada del Peso que puede estimarse en alrededor del 20%. Parecida a la que existió en los tres años finales de la convertibilidad, apreciación real que llevó a una deflación muy costosa porque transformó a la recesión que se había iniciado a fines de 1998 en una verdadera depresión económica, fenómeno que comenzó a erosionar el crédito internacional del país y a alentar la salida de capitales", escribió el ex ministro del menemismo y de De la Rúa en su blog en una alerta sobre podría ser el futuro del plan económico actual.
Para el Gobierno, sin embargo, hablar de dólar barato es "una falacia". En Casa Rosada llegan a señalar que es una jugada de quienes no entendieron el cambio de paradigma.
Pese a esa afirmación, la temporada de verano muestra un aumento de la salida de argentinos al exterior y una caída en el ingreso de visitantes, que ven que el país está "caro en dólares", ya sea por tipo de cambio o por los impuestos. En las redes, se viralizan turistas del exterior que recomiendan no comprar ropa en la Argentina por la abismal diferencia de precio con sus lugares de origen cuando comparan con tiendas internacionales como Zara.
Orlando Ferreres, titular de la consultora OJF & Asociados, consideró que el dólar oficial debería ajustarse para evitar un atraso cambiario que afecte la competitividad, cada vez más expuesta a partir de la apertura comercial. El economista explicó que un tipo de cambio más alto es necesario para alcanzar una "paridad de equilibrio".
Según Ferreres, el valor teórico de equilibrio del dólar oficial se encuentra en $1.600, un número considerablemente superior al actual. Aunque reconoció que los ingresos de capitales en sectores como el agro, la minería y la energía pueden sostener momentáneamente la situación, enfatizó que "las reservas no son tan altas", lo que exige prudencia en el manejo cambiario.
Apertura comercial
Los dos economistas que fueron funcionarios en los '90 coinciden en que el atraso cambiario podría tener consecuencias adversas, como el incremento de las importaciones y una pérdida de competitividad para los sectores exportadores e industriales. Este escenario podría dificultar aún más la acumulación de reservas y generar presiones adicionales sobre el balance de pagos. El escenario se acompañó en el menemismo con aumento del desempleo y la pobreza.
Por el lado de quienes buscan que se no se recurra a una devaluación, los mayoristas abogaron por poner la mira sobre los impuestos más que el tipo de cambio para cortar con el ciclo inflacionario asociado a los saltos en la cotización del peso contra el dólar.
Uno de los que presionaba por el valor del tipo de cambio, con la acumulación de reservas en mente, es el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el Gobierno aseguran que en Washington DC entendieron el riesgo de una devaluación y el organismo destacó en sus últimas declaraciones la fuerte baja de la inflación, de la mano del ajuste fiscal, en medio del reconocimiento de que ya hablan del nuevo programa.
"Es hora de cambiar el enfoque y dejar de correr detrás del dólar. Cada vez que sube el tipo de cambio, los precios, los servicios y los salarios se ajustan, y volvemos al punto de partida, atrapados en un ciclo sin fin", plantearon, más alineados con la visión oficial.
"La verdadera solución pasa por simplificar y reducir los impuestos en cada eslabón de la cadena de valor y garantizar que los recursos recaudados se utilicen de manera eficiente", enfatizaron y reclamaron una "reforma profunda" y más transparencia tributaria.