Arranca la fase 3: la ansiedad por la señal del crawling peg y el camino para salir del cepo
Con la baja de la inflación como norte -el Presupuesto que nunca se aprobó pese a haber sido presentado con bombos y platillos marcaba 18% para el 2025-, el Gobierno apuró el anuncio de baja de tasa de crawling peg aun cuanto el IPC no llegó a la meta propia de menos de 2,5% mensual en diciembre.
Para enero, en tanto, los indicadores de alta frecuencia marcan un 2%, aunque la inflación núcleo del último mes de 2024 estuvo por encima del 2,7% que marcó el INDEC en diciembre. Así, el Central aceleró el anuncio de que a partir de febrero la tasa de devaluación mensual será del 1%, la mitad que la actual.
La justificación del área a cargo de Santiago Bausili señala que el ajuste para el tipo de cambio "continúa cumpliendo el rol de un ancla complementaria en las expectativas de inflación". El argumento está en línea con explicación que dejaron días atrás ante el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que analizó el programa que terminó en diciembre y elogió el ancla fiscal para bajar la inflación.
Pero el equipo económico fue más allá y dijo que sin su política monetaria y cambiaria -en una defensa de su nivel de tasas y crawling peg- no podría haber llegado a esa fuerte desaceleración inflacionaria.
En ese contexto, el peso apreciado le abre camino a la competencia de monedas, la fase 3 del plan económico, para alimentar además una salida gradual del cepo. En ese marco, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, explicó en sucesivas presentaciones que "levantar los controles cambiarios requiere una gestión prudencial de las reservas" y eso implica alimentarlas. La cosecha tiene buenas perspectivas, aunque vuelven a surgir dudas por el impacto del clima y los precios internacionales están más bajos.
El aliado de Milei, Donald Trump, que puede jugar a favor en la negociación con el FMI, también puede impactar negativamente con un fortalecimiento del dólar que empuje más bajas en los commodities. Pero con todo, el Gobierno negocia nuevos fondos del organismo y el aporte de bancos de inversión por u$s 11.000 millones para ir desarmando los controles cambiarios, según reconoció Javier Milei.
En definitiva, una inflación que siga desacelerando en 2025 en un país marcado por la historia de saltos devaluatorios, la dispersión de precios, brechas, puede mantener aplacado el humor social en medio de fuertes ajustes de bolsillo, en salud, educación y obra pública. Siempre y cuando no haya un aumento del desempleo, como advierten algunos sectores industriales, preocupados por la apertura de importaciones y el "populismo del dólar barato".
El recorte fiscal de un tercio en el gasto público estuvo explicado en mayor medida por prestaciones sociales y jubilaciones. También impactó en el mantenimiento de rutas, y hoy se alzan las voces de provincias y empresarios por que empeoró la logística, un componente clave para la competitividad. La motosierra a la casta, en términos reales, representa la menor parte del ajuste.
Pero con inflación a raya -sobre todo si eventualmente eso termina redundando en una mejora del poder adquisitivo que, pese a los datos que muestra Trabajo, todavía no se percibe de forma generalizada- Milei puede mantener la popularidad que necesita para ganar las elecciones de medio término.