El desafío de diversificar nuestras exportaciones
El comercio exterior argentino ha recuperado fuerzas en 2024. No ha igualado al 2022, el mejor resultado histórico medido en dólares, pero eso es resultado de los peores precios internacionales (en relación con aquel año). Si se miden volúmenes físicos, el alza es mayor que lo que surge de la medición por dólares generados.
Estimaciones preliminares indican que las exportaciones anuales (que pueden estimarse en u$s78.500 millones a pesar de que el INDEC aún no ha provisto los números finales totales del año) han crecido un 18%, recuperándose de la dura caída padecida en 2023 (cuando se observó un descenso de -24%). Como consecuencia, luego de un 2023 en el que la Argentina (afectada por varios factores, desde la sequía hasta las malas políticas restrictivas e intervencionistas) tuvo la peor participación histórica en el total del comercio exterior mundial (0,22%), en 2024 se recuperó hasta una participación de alrededor de 0,30% del total de ventas internacionales planetarias.
Mientras tanto, las importaciones (que pueden estimarse para 2024 en unos u$s60.600 millones) han caído fuertemente en el año reciente. Se observó un descenso de 20% contra las cifras del año anterior, lo que muestra niveles inusitadamente bajos. Para tomar dimensión, obsérvese que ya en 2023 el ratio importaciones/PBI, de bienes y servicios, había sido de 13,9%, lo que representó en ese año el tercer nivel más bajo del mundo -globalmente, ese ratio fue de 28,5% y en América Latina fue de 25,4%.
Por ende, con la caída de 2024 (descenso que en los últimos meses del año finalizado hace pocos días se ha desacelerado, en lo que se vincula con un inicio de cierta recuperación de la actividad económica doméstica), la Argentina se consolida entre los tres países menos abiertos del mundo -el ratio en 2024 ha rondado el 12,5%, el más bajo de toda nuestra región.
Ahora bien: históricamente (y la realidad no ha cambiado en 2024) en materia de ventas externas, la matriz exportadora argentina ha sido altamente dependiente de las agroexportaciones. En 2024 el 61% de todas las exportaciones provino de este gran ecosistema en el que no sólo se destacan productos básicos como cereales u oleaginosas, sino que también se encuentran aceites, harinas, carnes procesadas o jugos elaborados.
Pues entre otras consecuencias, lo referido genera un efecto geoeconómico: la enorme mayoría de las exportaciones argentinas proviene de la región pampeana. Una buena manera de medir el fenómeno es detectar que, cuando se logró el récord histórico de ventas externas, que fue 2022, el 73% del total de exportaciones provino de solo tres provincias: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Y -más allá de lo reflejado en ese periodo específico referido- esta concentración es una continuación de lo que ocurre en nuestro país desde hace muchos años.
Ahora bien: en los últimos tiempos ha comenzado a advertirse que se está iniciando una nueva etapa en la generación de oferta exportable argentina. Porque las exportaciones de energía y combustible han comenzado a mejorar gracias (especialmente) a la producción del yacimiento de Vaca Muerta (la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo, que hoy ya genera el 52% del petróleo y el 60% del gas que produce Argentina).
Así, en 2024 se destacó el alza interanual (en relación a 2023) de las ventas externas de combustible y energía (11%) en lo que parece ser un paso en un camino que puede llevar a este sector a lograr una participación de alrededor de 25% del total de ventas externas para dentro de unos años. Según estudios privados, Argentina lograría para 2030 una producción de un millón de barriles de petróleo y más de 250 millones de metros cúbicos de gas por día. Y por eso podría llegar a exportar (en 2030) alrededor de u$s25.500 millones de petróleo y gas (como modo de evaluar la dimensión comparativamente, considérese que en 2024 la exportación de productos primarios agropecuarios fue de u$s18.500 millones y la de manufacturados de origen agropecuario alcanzó otros u$s29.700 millones).
Pero, más allá de lo productivo, es significativo que el incremento de exportaciones energéticas previsto, además de hacer aparecer a futuro al rubro entre los más destacados (en 2024, con un relevante crecimiento, ya explica el 12% del total de exportaciones), puede llevar a una relativa diversificación geoeconómica de la matriz regional exportadora argentina. Lo que puede completarse considerando que si, además, como algunos prevén, también comenzaran a crecer las exportaciones de minerales, el fenómeno de diversificación geográfica puede ser más intenso aún.
En la actualidad, luego de las tres grandes provincias exportadoras (Buenos Aires, con alrededor de 36%; Santa Fe, con alrededor de 18%; y Córdoba, con alrededor de 14%), las que les siguen en el ranking están considerablemente detrás en participación: les siguen (según el último registro anual del INDEC) Neuquén, Chubut y Santa Cruz, pero hoy ninguna llega a generar el 5% del total exportado. Y, luego de ellas (con porcentajes menores a 2%), aparecen en el ranking Mendoza, San Juan, Entre Ríos y Salta. Lo que se complementa con la aún más baja participación de muchas otras: hay nueve provincias que apenas exportan menos del 1% del total.
De tal modo que, si Argentina iniciara un salto exportador energético y minero (como muchos auguran), además del cambio de matriz en materia de oferta de rubros, podríamos asistir a una ampliación de base geográfica de las exportaciones argentinas, hoy altamente concentradas en unas pocas provincias.