América Latina tiene su primer "Foro de Davos" regional para encontrar el camino al crecimiento
América latina es una región que sigue siendo una suerte de misterio tanto para el mundo de la geopolítica como para el mundo de los negocios y las inversiones. Atravesada por un sinfín de contradicciones, ironías y particularidades; hoy vuelve a ser foco de debate en Panamá -mismo país que el libertador de la Patria Grande, Simón Bolívar, consideró el epicentro de la región- en el marco del Foro Económico Internacional de América Latina y El Caribe. Organizado por CAF (Comisión Andina de Fomento, Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe), el grupo español PRISA y la organización World In Progress el foro busca convertirse en una suerte de "Davos latino", un lugar de encuentro para que los países latinoamericanos debatan los problemas latinos.
El panorama inicial es, como no podría ser de otra manera, complejo para una región que alberga países tan disímiles como Paraguay y Uruguay (los buenos alumnos del foro) junto a la Argentina, Brasil y los pequeños países del Caribe. Las primeras preocupaciones que emergieron durante la sesión de apertura del foro incluyeron los problemas respecto a la creciente desigualdad de la región, la pronunciada caída de la productividad y el siempre presente cambio climático. Sin embargo, el talente del foro es optimista: el diagnóstico quiere ser interpretado más bien como una amalgama de oportunidades para la región y de cara al mundo.
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El plenario de apertura estuvo a cargo del presidente panameño José Raúl Mulino que estuvo acompañado por el presidente del Paraguay, el primer ministro de Antigua y Barbuda (en ocasión de la reciente incorporación de este país como socio y cliente del CAF) y el presidente del grupo PRISA, junto a otros ministros Panamá y la región latina. "Este debería ser el Davos de América latina. Los cambios geopolíticos indican que la región tiene ventajas diferenciales y es posible potenciar el comercio mundial", comenzó el mandatario del país huésped del evento. Inmediatamente se posicionó frente al dilema perenne de la región: sí Estado sí, si Estado no, si mercados sí, si mercados no. "Debemos tener un Estado presente, no todo puede estar a merced del mercado. Pero se necesita un Estado que no estorbe y que garantice oportunidades para que no sea un freno a la iniciativa privada. Los Estados gordos ahuyentan las inversiones y no se puede tapar la falta de oportunidades con empleo estatal abultado", reconoció el primer mandatorio, pero matizó esa postura: "Nuestros países no cuentan con los recursos para esto, pero ahí es cuando el CAF permite pasar de los papeles a la acción".
En un acto de duro sinceramiento, Mulino reconoció que Panamá es lo que sucede cuando no se destinan los recursos financieros hacia el desarrollo sostenible, se termina generando déficit, se aumenta la deuda y no se desarrolla el país. Esto, inevitablemente, redunda en más desempleo, más pobreza y más desigualdad. Los ejemplos de Panamá y la Argentina son intercambiables para ejemplificar esta critica a la deficiente utilización de los recursos financieros. "Los créditos multilaterales son aliados, pero se debe velar por la ejecución de cada dólar gastado", expresó Mulino, y vale la pregunta retórica: ¿es una inversión o se trata de tapar déficit corriente? La clave para el mandatario es no generar deudas sin progreso real, un consejo sabio para un país latino como la Argentina que hoy trabaja arduamente en volver a ganarse el favor del FMI. El discurso cerró con una escena de pintoresco latinoamericanismo: "De Panamá y para toda la región: El canal de Panamá es y seguirá siendo de Panamá".
El vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de CAF, Christian Asinelli, junto la secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Rebeca Grynspan, durante la charla magistral que brindió el miércoles en el marco del Foro Económico Internacional América Latina y el Caribe 2025, en la ciudad de Panamá.
El debate en torno al crecimiento de América latina
El análisis de las oportunidades de negocios para la región continuó de la mano de Sergio Díaz-Granados, el presidente ejecutivo de la CAF. Las perspectivas de la entidad bancaria para la región son, en líneas generales, favorables. El presidente de CAF comentó que la entidad está pasando por niveles récord de aprobación y, también, de montos: entre 2021 y 2024 la CAF aumentó en 15% el capital entregado y se espera que este año el crecimiento sea de alrededor del 5% lo que en términos nominales representará unos u$s 16.000 millones. Un dato no menor es que la entidad buscará que durante 2025 los préstamos a privados alcancen la cifra de u$s 7000 millones en un intento de diversificar sus socios comerciales (ya que los gobiernos suelen llevarse la tajada más importante). "Más allá de la ideología se busca un aliado estratégico porque la región realmente lo necesita", expresó Díaz-Granados. La pregunta que se buscará responder a lo largo del foro es cómo volver a la senda del crecimiento económico, una pregunta que es también el leitmotiv de encuentro.
América Latina y el Caribe crecerá este 2025 un 2,5 % apenas 0,4 puntos porcentuales por encima que en 2024, que se situó en 2,1 % y 0.7 puntos porcentuales por debajo del promedio global estimado en 3,2 %, según el Informe de Perspectivas de la Economía Mundial del FMI, de octubre 2024.
La elección del crecimiento como el eje ordenador del debate en torno a América Latina no es casual. Desde CAF ven varias "trampas" que atentan contra el crecimiento integral y sostenido en la región, todos los cuales son trabas para el crecimiento. El crecimiento regional, consideran desde CAF, vivió varias "décadas pérdidas"; suficientes para que hoy estén pensando en cómo retomar la senda del crecimiento. Si bien la región experimentó un boom de creciente durante las décadas de la post guerra, viene cayendo desde la década del 80 y hasta bien entrado el siglo 21, cuándo hoy la región se esmera por llegar a un 1% de crecimiento. El promedio del crecimiento del PIB entre 1950 y 1980 fue de 5,5 % y bajó a 2,7 % entre 1980 hasta 2009 y en los últimos 15 años ha sido apenas del 1,6 %
Otro de los desafíos que diagnosticó Díaz-Granados es el cambio climático, cuyo impacto fue ilustrado con la cifra de u$s 7000 millones en pérdidas por los grandes incendios en la región (desde Brasil hasta Estados Unidos). A esto se sumó la transición energética y el rezago de América latina que hoy está 20 puntos detrás del promedio de la OCDE. Otro aspecto que señalaron desde CAF es la inseguridad. América latina es tierra de contradicciones, y si bien es una región que vive en paz respecto a conflictos bélicos aún debe lidiar con el grave problema de la inseguridad y el crimen organizado que está alimentado, en parte, por un ejército de reserva de 30 millones de jóvenes sin trabajo ni en proceso de formación. Por último, la democracia es frágil en la región y los datos propios de la organización señalan un 27% de conformidad plena con los sistemas democráticos a lo largo y ancho de la geografía latinoamericana.
Cómo encontrar nuevas estrategias de crecimiento para América latina fue el foco del foro. Fuente: CAF
Sobre esto opinó, brevemente, la directora del FMI Kristalina Georgieva, que calificó el crecimiento de la región como "débil" en relación con las perspectivas de crecimiento de un 2,6%. A través de un mensaje en video la directora del organismo explicó que el problema de crecimiento de la región no es meramente el resultado de la estacionalidad o el flujo de los capitales, sino un problema estructural. "La baja inversión y el bajo crecimiento de la productividad ha limitado la convergencia de los ingresos durante las últimas tres décadas", afirmó. El diagnóstico del FMI para la región no fue muy alentador, con diversos frentes macroeconómicos y sociales que amenazan las perspectivas de la región. "La demografía como motor de crecimiento se está perdiendo", creen desde el FMI, lo que implica un crecimiento de la población que demanda recursos de la seguridad social contra un decrecimiento de quienes los aportan. A esto se suma el problema de "los cuellos de botella" en el camino de la productividad. El organismo sostiene que tanto la alta informalidad, como una alta proporción de empresas pequeñas poco productivas junto a regulatorias poco efectivas en tándem con infraestructura de baja calidad, forman una tormenta perfecta que complica el crecimiento sostenido en la región. El FMI recomienda medidas de fondo, "no darle más gas a la economía sino cambiar el motor por uno más eficiente", si se quiere retomar la senda del crecimiento.
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Estados Unidos atraviesa todos los debates, pero no siempre como protagonista
El norte global fue uno de los ejes ordenados de todos los debates, casi a pesar de los esfuerzos por darle una visión regional. El rol de Estados Unidos, en particular, inevitablemente tiñó casi todas las reflexiones.
Casi todos los ponentes sostuvieron que una región más integrada es más atractiva, y en este sentido, la guerra comercial EE.UU-China beneficia a América latina. Pero la llegada de Trump al poder trajo complicaciones adicionales. Felipe Larraín, ex ministro de Hacienda de Chile, se mostró preocupado especialmente por la expansión del proteccionismo. La tasa arancelaria para la importación es mayor que durante la época de la gran depresión en 1930 y "es imposible que suban los aranceles sin que haya inflación", consideró. "EE.UU. no confrontará con países de América latina sino con China y nosotros perdemos porque China es el principal demandante de commodities tales como el cobre. Si se deprecian estos mercados pueden llegar a depreciar incluso nuestras monedas", reconoce el exfuncionario.
"La situación fiscal de EE. UU. no contiene ningún plan serio de contención de un déficit fiscal que hoy llega a los 6 puntos de PIB; son más de 1,5 billones de dólares, que deben salir a captarlos al mercado además del rollover de los bonos que van venciendo", contextualizó Larraín. Esto significa que existe tanto riesgo comercial como fiscal. Si a esto se suma una apuesta por la baja impuestos puede generar un cortocircuito. "Se generan presiones de precio que puede mantener la inflación en niveles altos y más tasas de interés por más tiempo", explica Larraín. Eso impone una restricción a los países de la región ya que el benchmark global es la tasa de interés de EE. UU. "Para poder bajar las tasas necesitamos al menos una ayuda de las tasas de la Fed, en particular para el largo plazo", comenta el exfuncionario sobre esto.
Veronica Frisancho, Gerente de Conocimiento de CAF, anticipa una estabilidad de las tasas de al menos un 50% pero recuerda que el impacto en la región se dará en torno a los costos del financiamiento externo. "Esto restringe las inversiones en el país y pone de manifiesto ciertas fragilidades fiscales y macro fiscales. Los flujos de capital e inversión tienden a migrar hacia otros destinos y esto podría continuar y tener repercusiones en la apreciación o depreciación de las monedas. La inflación no llegó a todos los países, pero las expectativas de inflación se mantienen altas en la región. Las tasas más altas reducen el crecimiento y la inversión. También afectará a los niveles de exportación", comenta Frisancho. La experta reconoce que la región debe jugar con las cartas que le tocaron, pero ve algunas oportunidades. La falta de "plata dulce" incentiva a los gobiernos y los mercados a invertir inteligentemente, relegando las inversiones especulativas, pero mejorando las expectativas respecto a las inversiones de valor como el sector de los minerales, la transición energética, etcétera son sectores que pueden captar los nuevos flujos de inversión.
El representante secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs, ve una narrativa respecto a América latina que está anclada en tres grandes trampas de desarrollo. La primera, es una baja capacidad de crecimiento en la región. Los datos muestran que de 2014 a 2023 solo se creció 0,9% mientras que en los 80 se creció a ritmo del 2%. El crecimiento promedio entre los 50 y los 80 fue de 5.5% pero en los últimos 15 años bajó 1.6%. "Lo cierto es que hemos venido perdiendo capacidad para crecer y debemos retomar la senda del crecimiento. Si queremos transformar la región con más empleo, mejor infraestructura, se necesita crecer más. Un país que se está transformando, reduciendo pobreza, informalidad, mejorando su salud por definición está creciendo", reflexiona Salazar-Xirinachs. Ningún país con una tasa del 1% o menos puede decirse que se está transformando. Las otras dos trampas son la alta desigualdad y la baja movilidad social. Lo que antaño supo ser una escalera del ascenso social, tales como un mercado dinámico de trabajo, no puede existir en una región sin actividad económica en crecimiento. "Las tasas de crecimiento del empleo son de orden del 1%, 1.5%". La última trampa refiere a una gobernanza inefectiva, apoyada por instituciones públicas, que puede tensar puentes entre el sector público y el privado.
¿Adiós a la globalización?
Sobre el cierre del evento, otro de los temas que tomó preponderancia es la situación macroeconómica del mundo. Gabriel Oddone, el flamante designado ministro de economía y finanzas de Uruguay, lo resumió sin vueltas: "estamos ante el fin de una era a nivel global". Están cayendo los consensos respecto a que, tras la Guerra Fría, se consideraba que la libre movilidad de bienes, personas y capitales era una virtud. "Si bien yo creo en ese mundo esa idea está controvertida. Lo que hemos visto en Europa y el mundo es que hay gobernantes que no sostienen esto y las reglas de juego de la gobernanza y del sistema financiero tradicional están cambiando. No necesariamente hacia algo peor pero sí hacia algo distinto", sostiene Oddone. Las reglas de juego están girando hacia el proteccionismo y la restricción al movimiento de las personas, por decisión propia de los ciudadanos. "Es más importante, aparentemente, cómo captar una inversión extranjera específica que adoptar un tratado de libre comercio", resume.