¿Estamos a las puertas de una tercera guerra mundial?
Estados Unidos bajo el liderazgo de su presidente Donald Trump parecería decidido a cambiar el orden global construido por sus antecesores desde fines de la Segunda Guerra Mundial.
Si bien no hay un plan definido todavía, las declaraciones del presidente con respecto al rol de Estados Unidos frente a Rusia, la guerra en Ucrania, los anuncios sobre abandonar la OTAN por su alto costo económico, y el presunto abandono de la política de Ronald Reagan de considerar a la Union Soviética como el "evil empire" ha creado una gran inseguridad en los países hasta ahora considerado "aliados" tanto política como económicamente.
Asimismo, la falta de critica a Rusia y al comportamiento de su líder Vladimir Putin en la guerra con Ucrania ha creado el convencimiento en los lideres de los países aliados de que Putin vera esto como una nueva oportunidad para una invasión del resto de todos los territorios que todavía no tiene bajo su control, miedo avalado por los masivos ataques de este fin de semana.
Asimismo, ha creado el temor en países como Polonia de aumentar su gasto militar ya que la próxima aventura de Putin seria Polonia.
Pero la repercusión de los cambios anunciados va mas allá de Europa, Taiwan podría ser la próxima pieza de ajedrez a mover en la política mundial. Lo que suceda con la OTAN y Ucrania puede ser interpretado por China como una oportunidad para consolidar su postura en Taiwan.
Estados Unidos no reconoce a Taiwan como país y es un costo económico y político importante para Estados Unidos. China se ha fijado el año 2027 como el año en que Xi Jinping estaría listo para avanzar sobre Taiwán (el centenario del Ejército Popular de Liberación).
Trump, si bien reconoce que una invasión China sería desastrosa, no tiene una posición definida sobre el tema y su inclinación a resolver los problemas desde un punto de vista económico transaccional despierta incertidumbre. En efecto preguntado sobre el tema dijo simplemente que no quería hacer comentarios.
Mientras tanto China ha prometido en el Congreso Nacional Popular anual de ese país de esta semana promover firmemente la causa de la reunificación de China y aumentar el gasto en defensa en un 7,2%.
La semana que viene se cumple el 20º aniversario de la Ley Antisecesión de China, que autoriza explícitamente el uso de la fuerza militar si Taiwán declara su independencia o si la "reunificación" pacífica se vuelve imposible.
En una señal de las crecientes tensiones, la embajada de China en Estados Unidos advirtió esta semana en un tweet que si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, China esta dispuesta a luchar hasta el final, lo que mas allá de que sea una manifestación política revela una seria preocupación.
Estados Unidos en general ha tenido una política de de "ambigüedad estratégica" intencional sobre la cuestión de la intervención militar para proteger a Taiwán. Pero con Trump 2.0, se ha convertido en un verdadero misterio.
En resumen: hasta ahora, Europa ha soportado el peso de la política exterior altamente transaccional de Trump, pero China, Taiwán y el resto del Indo-Pacífico están observando de cerca.
Para empezar, la actitud de Trump hacia Ucrania ha consolidado la idea de que jamás defendería a Taiwán para proteger a una democracia de una agresión autoritaria, sino hubiera un interés económico de por medio.
El presidente Trump ha también cuestionado abiertamente el compromiso de Estados Unidos con la OTAN y se ha puesto del lado de Rusia en el conflicto con Ucrania, lo que ha hecho que los aliados se apresuren a rehacer la arquitectura de seguridad de Europa después de 80 años de estabilidad.
Si leyéramos entre líneas la interpretación fría de la política del presidente Trump seria: olvídense de las alianzas o el idealismo. Lo único que importa en el escenario global son los intereses centrales de Estados Unidos. Taiwán debería pagarnos por la defensa, dijo Trump a Bloomberg el verano pasado. Taiwán no nos da nada.
Y ya sea Rusia o China, Trump prefiere negociar de superpotencia a superpotencia, dejando a los aliados defenderse por sí solos, incluso cuando su soberanía o seguridad este en juego.
A diferencia de Ucrania, Taiwán desempeña un papel fundamental en la economía global con el fabricante de chips TSMC, que fabrica más del 90% de los semiconductores más avanzados del mundo.
La dependencia global de TSMC ha sido considerada durante mucho tiempo como un poderoso elemento disuasorio contra la agresión china, pero Trump ha tratado el dominio tecnológico y comercial de TSMC como un impedimento al desarrollo del negocio de los chips en Estados Unidos.
"Taiwán nos arrebató nuestro negocio de chips", dijo Trump a los periodistas el mes pasado. "Teníamos a Intel, teníamos estas grandes compañías que lo hicieron tan bien. Nos lo arrebataron. Y queremos recuperar ese negocio".
De allí la amenaza de aranceles lo que en la visión del presidente Trump dio resultado ya que TSMC anunció esta semana una inversión de 100.000 millones de dólares en la producción de chips en Estados Unidos, lo que agradó a Trump, pero alarmó a los taiwaneses que temen que pueda hacer que la isla sea más vulnerable.
Muchos altos funcionarios de Trump han pedido que Estados Unidos reduzca su presencia en Europa y Oriente Medio para centrarse en la amenaza que supone China para Taiwán, al que consideran mucho más importante que Ucrania.
Elbridge Colby, una voz destacada en el tema nominada para un puesto importante en el Pentágono, dijo a los senadores esta semana que la caída de Taiwán en manos de China "sería un desastre para los intereses estadounidenses".
Colby, que anteriormente ha abogado por "desactivar o destruir" las fábricas de TSMC si China invade, pidió que Taiwán aumente su gasto en defensa del 2,5% al 10% de su PIB.
Mientras tanto, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo a la CNBC que Trump está "confiado" en que Xi no invadirá Taiwán durante su presidencia.
Hasta ahora, Europa ha soportado el peso de la política exterior altamente transaccional de Trump, pero China, Taiwán y el resto del Indo-Pacífico están observando de cerca. Sin TSMC como moneda de cambio la posición de Taiwan se debilita. El resto de los países mira de lejos.