Chau al SIRCREB y hola al súper IVA
Atenta contra el sentido común que por un mismo hecho imponible haya que pagar varios tributos. Sin embargo, en la Argentina es una práctica muy extendida. El caso más notable se da con la superposición de impuestos a las ventas. La Nación cobra, para luego distribuir aplicando el "laberinto" de la coparticipación, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) con una alícuota general de 21%. Cada una de las provincias aplican el Impuesto a los Ingresos Brutos, con centenares de alícuotas diferentes y varias decenas de regímenes de pago adelantado (el SIRCREB es el más conocido y odiado).
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El solapamiento de estos tributos, principal fuente de ingresos de los tres niveles de gobierno, tienen impactos negativos. No sólo porque llevan la presión tributaria a un nivel exagerado y porque los costos administrativos para los contribuyentes y el Estado son estrafalarios. El mayor daño se genera porque Ingresos Brutos y las tasas municipales tienen una configuración muy primitiva que afecta el funcionamiento de la economía.
En este sentido, el IVA distorsiona menos la producción. Por un lado, porque su recaudación no se basa en los regímenes de pago adelantado que de manera arbitraria, burocrática y discrecional alteran la operatoria de las empresas y permiten una abusiva acumulación de saldos a favor de los contribuyentes. Por el otro, porque es una única normativa para todo el país. Por último, porque cada eslabón de la cadena productiva paga el IVA por el valor que agregó. Por el contrario, Ingresos Brutos y las tasas municipales van multiplicando su incidencia en su paso por los eslabones de la cadena de valor, elevando los costos internos para producir y, consecuentemente, quitando competitividad a quienes quieren exportar y a quienes tienen que competir con bienes importados.
El Gobierno se prepara para anunciar el súper IVA. Fuente: Archivo.
Mientras se dan los pasos para bajar la presión tributaria, un desafío más urgente es eliminar Ingresos Brutos y las tasas municipales a las ventas. El problema principal no es que sus alícuotas sean altas, sino que son tributos muy rudimentarios. Esto significa que bajar unos puntos decimales la alícuota implica un gran esfuerzo para las provincias, pero genera alivios casi imperceptibles para los contribuyentes.
Esto lleva a poner como prioridad en la agenda eliminar Ingresos Brutos y tasas municipales. La manera más práctica y rápida de hacerlo es que sean absorbidos por el IVA. Es decir, concentrar todas las energías en administrar el súper IVA para generar ingresos públicos en montos similares a los que producen actualmente los tres impuestos.
Una primera ventaja del súper IVA es la transparencia. Explicitando la presión tributaria que generan los tres impuestos superpuestos aumentará la toma de conciencia del problema y la presión para la búsqueda de soluciones. Se plantea como critica que aplicar el IVA con una alícuota muy alta estimula la evasión. El argumento es incorrecto ya que con el súper IVA no habrá más incentivos que con los tres impuestos, dado que lo que se paga es lo mismo, por ende, los incentivos son los mismos.
La segunda es que bajan los costos administrativos. Teniendo en cuenta la carga que implica Ingresos Brutos y las tasas municipales el alivio para los contribuyentes, es muy significativo. También lo es para el Estado que podrá concentrar esfuerzo en lo importante: bajar la evasión, paso esencial para ir más rápido en la reducción de la presión tributaria.
La tercera es que aumenta la competitividad de la producción nacional. El IVA es un impuesto transparente que permite ser reintegrado a los exportadores y coloca en pie de igualdad al producto nacional con el importado.
La implementación del súper IVA no es simple, pero tampoco imposible. Que el gobierno haya manifestado la intención de replantearlo y el relacionamiento con las provincias es un paso auspicioso. Implica pasar a la fase de instrumentación de las reformas estructurales que la Nación acordó con las provincias en el Acta de Mayo.
Entre los antecedentes que avalan la viabilidad cabe destacar la unificación de impuestos para los pequeños contribuyentes. Para ese universo en varias provincias se logró, a través del Monotributo Unificado, que los tres impuestos sobre las ventas se fusionaran en uno.
Los desafíos instrumentales también son complejos, pero salvables. Que la administración del súper IVA siga a cargo de ARCA, por cuenta y orden de las provincias, es una manera de simplificar la operatoria ya que son varias décadas de experiencia gestionando el impuesto. En paralelo, es recomendable la reconversión de las administraciones tributaria provinciales para colaborar en la gestión del impuesto.
El punto más complejo y sensible es establecer un esquema de distribución de la recaudación que sea razonable y logre el apoyo de la mayoría las provincias. El planteo del presidente de que es la oportunidad de avanzar hacia la competencia de alícuotas entre provincias y la correspondencia fiscal es pertinente.
En este punto es importante tener en cuenta que, para aproximadamente tres cuartos del país, es factible establecer un esquema de correspondencia fiscal. Esto es, que cada provincia se financie con los impuestos que les cobra a sus ciudadanos. Pero hay una parte del país, integrado por provincias más chicas y con menor nivel de desarrollo, que les resultará difícil o directamente imposible. Por eso es recomendable incluir como parte de la reforma la creación de un Fondo de Nivelación con la finalidad de darles la tranquilidad a estas provincias de que mantendrán los actuales ingresos.