Se enciende el conflicto de Elon Musk con Trump
La renuncia de Elon Musk a la dirección del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), por considerar que el presupuesto presentado por Trump no cumple las metas de reducción del gasto que se habían acordado, no parecía influir en el desarrollo de la carrera espacial.
Pocos días después se realizó el noveno lanzamiento del cohete Starship, con el que la empresa SpaceX, propiedad de Musk, proyecta llegar a Marte. Como ha sucedido con los vuelos anteriores, el lanzamiento no alcanzó el resultado esperado. El cohete, con una altura de ciento veintiún metros, estaba compuesto por dos partes: el propulsor Super-Heavy, dotado de treinta y tres motores Raptor, y una nave espacial, la Starship propiamente dicha. El lanzamiento se realizó desde Starbase, la base de la compañía de Musk que tiene en un territorio semiautónomo en Texas, cerca de la frontera con México.
Pero la nave voló más lejos que en sus intentos anteriores, aunque en su segunda etapa se perdió el control de ella. En la cuenta de X de la empresa se publicó entonces: "Starship experimentó un desmontaje rápido e imprevisto". Por su parte, Musk se mostró optimista pese a los resultados, al decir: "Starship consiguió llegar a la separación programada del motor de la nave, así que es una gran mejora respecto al último vuelo". Agregó: "La frecuencia de lanzamiento para los próximos tres vuelos será más rápida, aproximadamente uno por cada tres o cuatro semanas".
Musk viene precedido de un éxito indiscutible: logró dieciocho misiones no tripuladas que lograron aterrizar en Marte. Su objetivo es que un astronauta propio pise dicho planeta en 2030 y así iniciar el proceso de "colonización" que culminaría en 2050.
Elon Musk y Donald Trump. (Fuente: archivo).
Este noveno vuelo del Starship representa también otro hito: es la primera vez que se reutiliza un cohete Super Heavy. Cabe señalar que la Administración Federal de Aviación (FAA) aprobó a comienzos de mayo el aumento de los lanzamientos anuales del cohete, de cinco a veinticinco, desde la base de Texas. El organismo declaró que esta ampliación del cronograma previsto no dañará el medio ambiente, pese a las objeciones de grupos ambientalistas.
Este nuevo intento de SpaceX conmemora en la última semana de mayo el quinto aniversario de su primer vuelo comercial tripulado en colaboración con la NASA, que permitió a los lanzamientos independizarse del uso de la estación espacial rusa. Hasta entonces, Estados Unidos pagaba entre treinta y cinco y ochenta y cinco millones de dólares por los aproximadamente sesenta cupos que necesitaban viajar en cohetes Soyuz y Roscosmos (los dos de origen ruso) hacia sus destinos orbitales.
Es así como hace cinco años, el lanzamiento Demo-2, el primero tripulado de la era Trump, demostró la capacidad de SpaceX para transportar humanos de manera independiente, más segura y rentable.
Un argumento central de Musk para justificar su reciente renuncia a su trabajo en el equipo de Trump fue que ha decidido concentrarse en "X, AI y Tesla".
Pero nada hacía pensar, tras la renuncia de Musk el 29 de mayo, que el proyecto estadounidense de llegar a Marte antes que las demás potencias fuera a cambiar por el desacople entre él y Trump. El empresario insistía en su política de "fallar rápido, aprender rápido", ya puesta a prueba en el desarrollo de los vuelos espaciales comerciales. Con este tipo de política, SpaceX logró hacer retornar tres veces el cohete lanzador Super Heavy en los grandes brazos robóticos de lanzamiento, una clave para la baja en los costos de los viajes espaciales. En este noveno vuelo, sin embargo, es la primera vez que SpaceX reutiliza un cohete Super Heavy, aunque optó por no intentar atraparlo y lo dejó que lleve una trayectoria con un ángulo de descenso más pronunciado, junto a la desactivación intencional de un motor.
Pero la gravedad que adquirió el conflicto tras las acusaciones de Musk de que Trump estaría vinculado al caso Epstein (una causa por explotación de menores con fines sexuales que no ha terminado de aclararse) y la propuesta del asesor del presidente estadounidense Steve Bannon de expropiar las empresas de Musk como respuesta, llevan el conflicto a un plano imprevisible.